Cultura

Mucho cuento

            De unos años a esta parte -creo adivinar la razón- proliferan en las vitrinas y escaparates de las librerías las ediciones antológicas y estudios monográficos dedicados al relato breve en España. Seguramente porque el cuento no es un género fácil ni menor. Bien al contrario, resulta muy costoso escribir un buen relato en cuatro o cinco folios. O en diez, o en veinte; en los que sean. Esto lo sabemos bien los que hemos venido trabajando el paño con mayor o menor éxito desde hace tiempo.

            Hoy quiero traer a la palestra una edición antigua, pero no por ello menos interesante, que data del siglo pasado. Qué lejos parecen quedar esas fechas al hablar así, y qué cerca en cambio se hallan en realidad de nuestras vidas y de nuestro mundo cultural.

            Me refiero, pues, al volumen titulado Cuento español contemporáneo, publicado en Madrid en 1993 bajo el sello editorial de la prestigiosa Cátedra.

            El cuento podría considerarse por sí mismo una novela resoluta, una historia comprimida en los ajustados límites materiales de unas cuartillas cabales. Un relato puede llegar a ser el mundo entero a veces, enclaustrado –claro es- en la celda definida por unos pocos folios. En la edición conjunta de Ángeles Encinar y Anthony Percival que publicó Cátedra en 1993 en su clásica colección Letras Hispánicas, se recogen veintiún relatos de otros tantos autores españoles vivos. Figuran entre ellos nombres tan consolidados en el ámbito de la narrativa nacional como los de Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, José María Merino, Juan José Millás, Ana María Navales, Soledad Puértolas o Javier Tomeo, aragoneses por cierto los tres últimos. Es verdad que no están todos los que son. Faltan muchos nombres, si bien los que se anotan merecen sin duda la inclusión. Tampoco se han tenido en cuenta edades, escuelas, estilos ni generaciones, sino más bien individualidades que han destacado en la literatura española de las últimas décadas.

            Como señaló el insigne García Pavón, ya en 1959, el cuento ha sido “brutalmente despreciado” en España durante lustros. A partir de 1970, las tornas van cambiando conforme aumenta el nivel cultural de las gentes y el interés por la lectura. En algunos países como Francia, por ejemplo, apenas se publicaban antologías de cuentos. Cortázar llegó a decir que en el país vecino, donde él vivió, este género narrativo carecía de vigencia. En España, en cambio, muchos han sido los antólogos que han preparado ediciones de relatos, entre ellos el mentado García Pavón, además de Félix Grande, Alfonso Grosso y Medardo Fraile, entre otros. Como bien señala Ramón Acín en su trabajo El cuento y sus medios de difusión, durante “los años ochenta el cuento ha adquirió una cierta relevancia”. En esta edición anotada se recogen piezas de auténtica excepción, en especial dos de ellas: Mi tío César, del leonés Luis Mateo Díez, y Viejas historias, de Soledad Puértolas. Dos formas de hacer, dos imaginarios distintos y distantes entre sí y, en cambio, tan sugerentes ambos en sus respectivos estilos y maneras. Dos formas de escribir que, sin ser iguales ni tener puntos claros de contacto, se acercan a lo adecuado. Resumiendo, anotar que nos hallamos ante un libro de interés, instructivo a la par que entretenido. Vayamos a la biblioteca y busquémoslo. Porque la lectura de este volumen nos regalará un tiempo aprovechado, ameno y formidable.

 

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Sobre el autor

Ricardo Serna

- Doctor en Patrimonio
- Licenciado en Filosofía y Letras [Historia]
- Máster en Historia de la Masonería en España
- Diplomado en Estudios Avanzados de Literatura Española