Economía

El Coronel no tiene quien le atienda (El Sistema Sanitario Español)

Podría haber elegido otro título, sin duda, pero ninguno me parecía tan apropiado, y además, no me podía resisitir a la analogía extraordinaria que puedo utilizar entre el movimiento literario liderado por el gran García Márquez, el realismo mágico, y el sistema sanitario español, donde uno se pregunta si lo que está pasando es real o es fruto de la imaginación del paciente.

Nuestra Constitución dice en algún lugar que nuestro sistema sanitario debe de ser universal y gratuito, y todos nos frotamos las manos ante tanto honor, y presumimos de ello ante cualquiera que nos quiera escuchar, pero mucho me temo que no tenemos nada de lo que presumir.

Nuestro sistema sanitario no es ni universal ni gratuito. No es gratuito porque cada mes las nóminas de los españoles se ven reducidas en diferentes cantidades en calidad de aportaciones a la Seguridad Social, las cuáles van, en parte, a cubrir el sistema sanitario.

Pero tampoco es universal porque no cubre las necesidades sanitarias de todos por igual, y cuando lo consigue lo hace tarde y mal.

Pongamos el ejemplo de nuestro Coronel. El pobre hombre siente un dolor agudo en el estómago y acude confiado al servicio de urgencias del hospital que le corresponde (mejor para él que no se equivoque y acuda a otro, donde preferirán dejarle fallecer antes que atenderle). Allí le harán esperar un período nunca inferior a 3 horas antes de que algún doctor diagnostique si el dolor es producto de una enfermedad grave, o tan solo un dolor pasajero.

Cuando a las 3 horas le ve un doctor, éste o ésta, receta Buscapina (unas pastillitas contra el dolor), y le recomienda que vea al especialista de estómago. Así que el Coronel se marcha a su casa con unas pastillas para el dolor, pero sin ningún diagnóstico claro.

Al día siguiente acude a concertar una cita con el especialista (evidentemente, esta cita no puede realizarse ni en Internet, ni por teléfono, ni en su Centro de Salud, no, debe de realizarse en el propio hospital y en un horario determinado). Y allí le fijan su primera cita con el especialista para dentro de tres semanas (y todo ello porque su volante es de urgencias, porque una marujilla que tenía los mismos síntomas tendrá que esperar 3 meses).

En conclusión, el Coronel se encuentra con que su dolor agudo no será visto por un doctor especialista en la materia hasta tres semanas después. ¿Es éso una atención universal?

Me he permitido utilizar al personaje del Coronel como un compendio de todos aquellos ciudadanos anónimos que acuden cada día a sus hospitales aquejados de algún dolor que, en ese momento y para ellos, es lo más importante del mundo.

Porque esta situación ficticia está ocurriendo cada día en nuestros hospitales. Porque el servicio que se presta en nuestro sistema sanitario es claramente deficiente.

El traspaso de competencias a las Comunidades Autónomas de un bien público de la importancia del sistema sanitario ha provocado una gran derrama en las arcas públicas y una enorme desviación de los fondos al mantenimiento de carísimas e ineficientes administraciones sanitarias autonómicas, las cuáles no han aportado ningún valor añadido al sistema sanitario que ofrecía el Estado central.

Además, los profesionales sanitarios españoles carecen de la formación adecuada, y no me refiero a su formación técnica, la cuál no voy a juzgar, más que nada porque soy un neófito en la materia, sino a su formación psicológica y de atención al público.

Los doctores, enfermeras y auxiliares han olvidado los principios básicos de su trabajo. La sanidad es una profesión vocacional, y como tal debe de ser tratada y amada, y si no se está en disposición de ejercerla con dignidad, mejor sería dejar paso a las nuevas generaciones.

Y la gota que colma el vaso es la gestión absolutamente deficitaria de todos los hospitales de la red pública. Por alguna razón que se me escapa los gestores de estos hospitales no son capaces ni de mantener una cuenta de resultados decente, ni de supervisar, de manera adecuada, el trabajo de sus subordinados.

Las posibles soluciones a tanto dislate son muchas y necesarias, pero para poder llevarlas a cabo sería necesaria una involucración general de toda la ciudadanía en uno de los mayores problemas de nuestra sociedad, porque ¿de qué nos sirve tener un trabajo si cuando caigamos enfermos no nos van a atender? ¿De qué nos sirve tener una vivienda si cuando caigamos enfermos no nos van a atender? ¿De qué nos sirve sobrevivir a un atentado terrorista si cuando no seamos tan mediáticos y caigamos enfermos no nos van a atender?

Un sistema sanitario mejor es posible, basta con que se realice una gestión de los recursos más eficiente.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.