Economía

«II. Propuestas de medidas liberales contra la crisis económica»

El Secretario Gral del pCUA, el Presidente del PLIE junto a otros miembros de la Ejecutiva

El Secretario Gral del pCUA, el Presidente del PLIE junto a otros miembros de la Ejecutiva

Resumen de la conferencia realizada por el economista y Secretario General del pCUA D. Gunther Zevallos en el recinto de Son Amar en Palma de Mallorca, el pasado sábado 27 de junio, en el primer aniversario de la constitución del PLIE (proyecto Liberal Español).

Parte II:

España sólo saldrá de la crisis, si este Gobierno llega a aplicar medidas económicas liberales. Muchos se preguntarán, y esto significa que también tenemos que liberalizar el mercado laboral. Sí y no. Sí pero no como quiere el PP, ni la CEOE ni el Banco de España. Me explico. Ser liberal no significa que debamos eliminar las reglas de juego y acabar con todas aquellas normas que se muestren positivas para la creación y mantenimiento del empleo.

En otras palabras, aunque la patronal y Trichet pidan despidos más baratos, no por ello es lo mejor para la economía española. Ya hemos comentado que si lo que queremos es disminuir los costes para las empresas podemos reducir los pagos a la seguridad social a la que tiene que hacer frente el empresario, o reducir los costes de la energía, y otros impuestos y las tasas, pero nunca, poner en riesgo el sistema mediante el abaratamiento importante del despido.

Eso sí, hay que reformar el mercado laboral. No puede ser que un empresario no pueda movilizar a sus trabajadores dentro de su propia empresa debido al tipo de contrato del mismo. No obstante, tampoco pensamos que sea correcto la movilización geográfica de los trabajadores si previamente no se ha encontrado una solución al mercado de la vivienda, si persisten las rigideces en el mercado de trabajo, y si ello significa desestructurar el núcleo familiar.

Lo primero que debe pensarse es en reducir al mínimo la variedad de contratos. El trabajador debe ser flexible para asumir otros tipos de roles, estar abierto a la actualización para poderse reconvertir fácilmente, para evitar que los cambios tecnológicos y de organización de la empresa vayan por delante de su capacitación y le impidan adaptarse a las condiciones y necesidades cambiantes, tanto de conocimientos como de especialización que requieren las empresas en la actualidad.

Ahora, de aquí al despido libre, es otra cuestión. El caso de Japón es un buen ejemplo de cómo despidos más baratos pueden empeorar la recesión. Japón un país de elevada productividad ha atravesado durante los últimos 20 años una larga crisis, pero es en este último año cuando la cosa se ha agravado grandemente, el PIB ha descendido un 15,2%, debido a la caída de las exportaciones y del consumo interno.

¿Pero, por qué Japón ha caído en esta situación de depresión? Probablemente una de las razones tenga que ver con la política de flexibilización del mercado de trabajo que Japón diseñó para salir de la crisis provocada por las burbujas inmobiliarias y bursátiles, de principios de los años noventa.

La economía japonesa se reactivó como resultado del crecimiento de la economía mundial que elevó las exportaciones japonesas. Entre 2002 y 2007, el 61% del crecimiento del PIB se debió a las exportaciones, y la medida de flexibilización del mercado laboral parecía daba buenos resultados. Sin embargo, es ahora cuando la demanda exterior se ha visto afectada por la crisis mundial, y el intercambio mundial de bienes y servicios ha descendido espectacularmente y las exportaciones japonesas también han caído.

Mientras, el los últimos 15 años, como consecuencia del cambio en las leyes laborales Japón ha pasado de contar con un 80% de contratos fijos al 66% actualmente. La situación de los trabajadores temporales, unos 19 millones con unos salarios de 1.200 euros al mes, se ven en la encrucijada de no saber si sus contratos serán renovados. Muchos ya han acabado en el paro y sin ningún derecho a beneficios sociales, lo que implica que se quedan sin ningún tipo de protección, y muchos sin un lugar donde vivir, es decir, literalmente en la calle.

El consumo se ha desplomado, tanto porque los trabajadores han perdido su empleo, como porque los actuales trabajadores temporales que aún tienen empleo se han ajustado el cinturón y reducido su consumo al mínimo vital, y eso a pesar de los bajos salarios de estos trabajadores temporales para una economía como la japonesa. También el resto de los trabajadores han aumentado su ahorro, en previsión de que sus empresas quiebren. Una crisis larga y dolorosa para la segunda economía mundial.

Japón es un ejemplo claro que el abaratamiento del despido y la precarización del mercado laboral que piden algunos de nuestros representantes políticos y representantes empresariales no son una la solución a la crisis, ni mucho menos una garantía para conseguir empleo y reducir el paro.

La economía acaba siempre por ajustar la situación tarde o temprano, la crisis financiera internacional no ha hecho más que desencadenar los acontecimientos. Ante la falta de crédito exterior el ajuste debe provenir forzosamente de la disminución en el consumo y el aumento del ahorro.

El consumo disminuye al elevarse el desempleo o reducirse los salarios. Lamentablemente en España, el aumento del ahorro nacional (la suma de ahorro privado y público) no está garantizado debido al aumento del déficit público y a que el ahorro privado no es suficiente. A corto plazo la política económica más apropiada en las actuales circunstancias hubiera sido que el ahorro provenga del sector público, es decir, que disminuyeran los gastos de consumo de Gobierno, cuestión que no está ocurriendo, muy al contrario los gastos del Gobierno no paran de crecer, lo que ha disparado el déficit.

En España nuestro presidente de Gobierno pide arrimar el hombro para salir de la crisis, pide también confianza a los ciudadanos, pero, cómo va a conseguir apoyos y credibilidad, si sus políticas nos conducen directamente al abismo más profundo, si ni siquiera presenta propuestas coherentes, y todo por empecinarse, o creerse que puede ser él mismo y sus ideas «geniales» las que salvarán a nuestra sociedad, empleando para ello las políticas económicas más caducas y anacrónicas, propias de un Estado comunista, que de un Estado de libre mercado.

La economía no tiene suficientes ingresos para sostener la demanda de consumo y la inversión, las razones que explican dicho comportamiento también se pueden simplificar de este modo: los consumidores habíamos dedicado cada vez mayores porcentajes de nuestra renta disponible al consumo, olvidándonos de ahorrar. Así, una economía que no tiene suficiente ahorro, o bien recurre al crédito internacional o reduce su inversión.

Lamentablemente nuestra economía no es competitiva porque nuestros costes de producción son muy elevados. Para tener mejores precios y ser más competitivos que el resto del mundo en nuestro país deberíamos hacer más para mejorar nuestra capacidad de producción, es decir, deberíamos ser más productivos, pero, esto no es posible si la inversión en bienes de capital no aumenta, o si no hay una sustitución de los bienes de capital actuales.

Por tanto, sólo nos quedaría un camino por recorrer para equilibrar nuestras cuentas, de seguir con la política económica actual: reducir nuestros costes, y esto lamentablemente con las restricciones existentes significa percibir menores salarios, tarde o temprano, esto es lo que ocurrirá, lamentablemente, eso, o un aumentar aun más el paro.

El Gobierno y de las Autonomías están asumiendo el papel que no les corresponde, subvencionando todo tipo de actividades económicas hasta convertirnos en la servidumbre del Gobierno de turno, ni qué decir de la excesiva burocracia administrativa y el repertorio de normas. El hecho es que cualesquiera que fueran las causas, estas sólo pueden conducirnos tarde o temprano a la debacle económica, y naturalmente a que nuestras rentas mengüen y a que nuestros hijos vivan peor que nosotros.

Antes de que España entrara en el euro, había una manera fácil y rápida de amortiguar la falta de productividad de nuestra economía, esta se realizaba en el mercado a través de la depreciación de la moneda y «santas pascuas», dejamos de consumir tanta cerveza importada y consumimos más cerveza nacional por ser más barata.

Hoy, sin embargo, el euro no se deprecia debido a la falta de productividad de sólo uno de sus socios europeos, para que se deprecie lo que tendría que ocurrir es que la mayoría de países que formamos parte de la Unión Europea fuéramos igualmente improductivos. Así, el propio mercado de divisas dejaría las cosas en su lugar, el euro en su justiprecio y los productos extranjeros más caros, por tanto, el ajuste de la economía española no puede provenir de aquí.

Entonces, si no somos productivos voluntariamente ni tampoco lo podemos ser involuntariamente, porque la moneda no se puede depreciar a nuestro favor, ¿qué debemos hacer?, y/o ¿qué nos puede ocurrir si las cosas siguen igual? Pues nada más ni nada menos que lo que ya está sucediendo: Un déficit externo brutal e insostenible que mejora debido a la caída brutal de nuestra renta (PIB), pero que estructuralmente no se puede corregir salvo que nos apresuremos a cambiar el modelo económico y social en el que nos encontramos inmersos, o bien, que renunciemos al euro y dejemos que nuestra moneda se deprecie en el mercado.

Este último extremo no es posible si creemos en la Unión Europea. Por lo que lo único que nos queda es cambiar el modelo urgentemente, porque si esto no ocurre continuaremos perdiendo renta y, por tanto, capacidad de compra paulatinamente. Aumentará el desempleo aún más y nuestro mercado laboral será cada vez más y más precario.

No hay que tomarse el asunto tan a la ligera, la economía es frágil y puede caer en desgracia en 20 años, ocasionando la práctica desaparición de las clases medias. Si no se hacen las cosas bien, puede sucedernos algo parecido a lo que ocurrió con Argentina, que pasó de ser la sexta potencia económica mundial a descender a puestos próximos al vigésimo tercer lugar en renta per cápita en PPC (Paridad de poder de compra o de poder adquisitivo). España ya ocupa actualmente como dijimos, el puesto undécimo de los países más desarrollados en PPC.

Todo esto que os acabo de contar es un resumen simplificado de lo que ocurre y de cómo debemos enfrentarnos a la situación. Como liberales, debemos intentar influir, debemos plantear alternativas viables. Es preciso demos razones y justificaciones de nuestra posición, e intentar trasladar el mensaje liberal a la sociedad. Que se enteren de una vez, no queremos el camino del estatismo porque no queremos ser sometidos, ¡queremos seguir viviendo en una sociedad libre!, pero el camino que se está eligiendo, es el de un modelo de sociedad intervenida.

Quiero agradecer nuevamente, al proyecto Liberal Español, por esta oportunidad de transmitir estas ideas liberales como responsable del pCUA (partido Ciudadanos Unidos de Aragón). Espero sinceramente, que este proyecto tenga éxito y a este empeño dedicaré todos mis esfuerzos.

Medidas propuestas:

– Políticas compensatorias de reducciones del Gasto de consumo públicos acompañadas de reducciones de los impuestos.

– Reducción paulatina del endeudamiento público y limitarlo legalmente a un porcentaje no más elevado del 10 por ciento del PIB.

– Volver al equilibrio del presupuesto público ajustándolo a través del Gasto de consumo público.

– Utilización de una tasa de encaje legal heterogénea al sector bancario con el fin de controlar el riesgo en el que incurren determinadas entidades bancarias y su excesiva dependencia de la liquidez exterior, así como para utilizarlo como instrumento para controlar eficazmente la liquidez del sistema.

– Separar la actividad bancaria de la financiera. Incentivar las fórmulas de ahorro tradicional de las familias bajo el sistema depósitos, separando de todas aquellas actividades bancarias que suponen un riesgo y donde se emplean sofisticados instrumentos financieros y especulativos.

– Incentivos fiscales a la implantación de planes de pensiones complementarios sobre activos reales de la economía, en forma de bonos, participaciones y acciones sobre empresas existentes, y no sobre instrumentos financieros especulativos.

– Reducciones en las cotizaciones sociales para favorecer el nuevo empleo y reducir los costes de la empresa, con el fin de mejorar la competitividad de la economía y elevar el empleo y la producción.

– Reformas del mercado de trabajo. Reducciones de los tipos de contratos.

– Reformas en los impuestos de la renta y sociedades y obligación de deflactar la escala de gravamen respecto a la elevación del coste de la vida, para evitar el aumento de la presión fiscal que soportan los ciudadanos y las empresas.

– Reducir el tamaño del Estado y sus Autonomías, limitando el crecimiento desmesurado de las Administraciones Públicas y la excesiva burocracia administrativa.

– Prohibir por ley la participación del Estado o las Autonomías en la creación de empresas públicas o mixtas que compiten en el mercado produciendo bienes o servicios.

– Reducción de las Subvenciones y ayudas a las empresas, porque representan una distorsión de los precios de mercado, y porque inciden sobre los impuestos.

– Privatización de las Cajas de ahorros y mayor control y fiscalización de las actividades financieras del sector financiero y Bancario.

– Eliminación de monopolios y ampliar la competencia en los distintos sectores de la economía, así como liberalizar los mercados de bienes y servicios.

– Liberalización real, planificada pero efectiva del precio del suelo, con el fin de abaratar los precios de la vivienda y favorecer el acceso del mismo.

– Establecer políticas de largo plazo para mejorar la oferta de la economía mediante políticas positivas sobre el I+D+i, a través de incentivos fiscales a la investigación tecnológica de las empresas, la participación de investigadores de la Universidad en proyectos conjuntos y la mejora de la capacitación de los trabajadores.

Gunther Zevallos
Secretario Gral pCUA

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Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.