Y al final sólo nos queda el ruido, nada más que ruido, única y exclusivamente ruido, sin saber muy bien su procedencia, ruido, todo es ruido, ruido y más ruido, pero del ruido no se come, del ruido sólo se alimentan los medios de comunicación, no los ciudadanos.
Ruido es enzarzarse en una polémica absurda sobre supuestas escuchas ilegales, escuchas que no son probadas ni se pueden probar, pero que sí generan acusaciones intencionadas que buscan el ruido, nada más que ruido.
Ruido es la demagogia de utilizar un tema como la gripe A, porcina, NH1, o como demonios se llame, para hacer política, al igual que se utilizó el terrorismo, y al igual que se utilizaría cualquier cosa, porque todo vale con tal de hacer ruido, ruido y nada más que ruido.
Ruido es clamar contra una subida de impuestos necesaria, no es otra cosa que criticar la consecuencia en lugar de la causa, porque la segunda hay que razonarla pero la primera basta con lanzarla a los cuatro vientos, la segunda no hace ruido, la primera sí, ruido, ruido, y nada más que ruido.
Ruido es ofrecer discursitos, comparecencias y ruedas de prensa ficticias donde se dice lo que se quiere pero no se aceptan preguntas, porque las preguntas castigan la debilidad de razonamiento y terminan por disipar el ruido, que es lo que se buscaba, ruido, ruido, y más ruido.
Ruido es el contraataque de la parte contraria, no por estrategia sino por incapacidad, incapacidad de hacer otra cosa, otra cosa más que ruido, más sencillo que la eficiencia económica o la gestión pública adecuada, no, el ruido llega a más gente, se oye más.
Ruido que no nos sacará de la crisis económica, ruido que nos condena a seguir a la cola de los países desarrollados, porque los españoles hacemos ruido, ruido, mucho ruido, y nuestros dirigentes más, porque, en el fondo, no son más que una extrapolación de la sociedad, una metáfora de nosotros mismos.
Ruido, ruido, sólo nos queda el ruido.
