Sociopolítica

La santa congregación de la pederastia. 1700 años de abuso a mujeres y niños.

En un artículo publicado por Público el día 25 de abril, la periodista Olivia Carballar se pregunta: “¿Y pedirá perdón la Iglesia a las mujeres?” Para luego agregar: “Los obispos, que por fin han entonado el mea culpa por la pederastia, aún amparan una humillación que dura siglos.”

A continuación Carballar transcribe algunas (pocas) barbaridades dichas recientemente por “autoridades” de la Iglesia y más adelante hace una reseña de algunos datos históricos respecto al poder, la Iglesia y las mujeres. Mi solidaridad con las mujeres y mi reverencia a Olivia. Aunque cuando ella dice “una humillación que dura siglos”, se queda un tanto corta.

La discriminación de las mujeres nació con el inicio mismo de la Iglesia Católica. Y la Iglesia Castólica nace, cuando el emperador Constantino, por razones político-económicas, decide unificar al Imperio Romano bajo una misma religión, en lo que se conoció como “el Consilio de Cananea”, año 325 después de Cristo.

En esos momentos los sacerdotes de la creciente religión cristiana “absolvieron” de lo que consideraban pecado, o sea el coito, a María, madre de Jesús, e inventaron el hecho de la concepción virginal. Ahora no lo podrían hacer. Caerían en el más estruendoso ridículo. En aquel Consilio, Jesús dejó de ser el hijo de un carpintero para convertirse en Dios. Y un Dios no podría haber nacido de un “acto pecaminoso”.

A partir del Concilio de Cananea, se comenzó a ocultar, por un lado y a difamar por otro, a María Magdalena, sin duda alguna, si pensamos en las costumbres de la colectividad judía de aquel entonces, la mujer de Jesús y primera seguidora de sus ideas.

Uno de los principales objetivos que se plantearon los sacerdotes de la religión, en este caso la organizada por Constantino, fue quitarles a las mujeres todo tipo de poder y entre ellos el poder natural que surge, desde los tiempos más remotos por la concepción, la preñez y el dar a luz lo cual fue, desde el principio, brutalmente reprimido por el dogma. A tal punto, que inventaron otra de las ridiculeces más grandes: Que Eva, “nació” a partir de una costilla de Adán. En otras palabras, Adán “parió” a la mujer.

Pero los sacerdotes no se contentaron con proponer y difundir ridiculeces. Fueron brutalmente criminales. Son bien conocidas las historias de los, tal vez, cientos de miles de mujeres, que fueron condenadas a la hoguera acusadas de brujería, por el simple hecho de conocer los secretos de las medicinas naturales y “tratar de competir con Dios”.

Hay mucho de ello registrado en los archivos de las propias Iglesias, a lo largo y ancho de Europa y, seguramente en el que fuera llamado “Nuevo Mundo”.

Un periodista sueco, Jan Guillou, realizó una investigación en Suecia, tras lo cual publicó el libro “El defensor de las brujas –Un reportaje histórico” (“Häxornas försvarare – Ett historisk reportage” Edit.Pirat 2002).

Guillou cuenta que entre los años 1668 y 1676 –apenas ocho años-, fueron asesinadas en la hoguera por la Iglesia (luterana), más de 300 (trecientas) mujeres, acusadas de brujería.

Las acusaciones quedaron registradas en detalle. Muchas de las mujeres, fueron acusadas de ir a encontrarse con el diablo, montadas en vacas, que volaban patas para arriba, con el trasero para adelante. En las “confesiones” obtenidas bajo brutales torturas, los –enfermos y mentalmente castrados-, verdugos de sotana, detallaban como las mujeres accedían a ser poseídas por detrás por el diablo.

Las mujeres acusadas no escaparían de la muerte. Podían apenas, de reconocerse culpables, conseguir ser enterradas dentro del predio del cementerio, por entonces de uso exclusivo de la Iglesia. Las que a pesar de los tormentos se negaban a reconocer la herejía, -o tal vez morían antes en la tortura-, eran enterradas fuera del cementerio y obligadas, por lo tanto a vagar eternamente en las tinieblas.

La bochornosa conducta de miles de sacerdotes católicos que sale a luz en estos tiempos, -la triste verdad-, surge como una tapa levantada por la presión de los hechos, muy a pesar de los ingentes esfuerzos de la Iglesia por ocultarlos. Aunque no se trata solo de la pederastia. El dogma religioso ha corrompido a la sociedad, la ha vuelto hipócrita y de doble moral y además, ha frenado el desarrollo científico por siglos. Y no hay que olvidar que en todo tiempo ha estado inmediatamente detrás de los poderosos, fuera cual fuera la calaña de estos. Bien lo saben los pueblos latinoamericanos.

La dominación patriarcal de las sociedades modernas, está fuertemente basada en las religiones y las tres principales en el mundo entero, son machistas. Ahí están las raíces del maltrato que, entre siete y diez días mata a una mujer en España, en Uruguay o en otros países. Hay que nombrar a esta altura un detalle lamentable: quienes están más tiempo con los hijos, son generalmente las madres y por tanto, de ellas es en gran medida la responsabilidad de educar a los hijos como grandes machos y futuros golpeadores.

Tal vez sea, desde que el 31 de octubre de 1517, cuando Martin Luter clavara sus 95 tesis contra la Iglesia Católica en la puerta de la Iglesia de Wittenberg, la primera vez en que la opinión mundial, obligue a cambios drásticos en el funcionamiento de la misma.

Paralelamente al desarrollo de la ciencia, seguramente la fe seguirá teniendo lugar, pero no así, la corrupción y la hipocresía que han caracterizado a la Iglesia Católica durante 1700 años.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.