Sociopolítica

¿Biopic español? No, gracias

Parece haberse puesto de moda el biopic sobre personalidades políticas de nuestro tiempo. Estos días, sin ir más lejos, se luce en las pantallas De Nicolás a Sarkozy, film de Xavier Durringer donde se glosa la arrolladora figura del todavía presidente francés. Denis Poladyès es el encargado de poner rostro ante la cámara a ese petit Napoleon que tanto conquista votos como corazones.

Hasta hace poco se podía ver en nuestras salas La Dama de Hierro, dirigida por Phyllida Lloyd y protagonizada por una soberbia Meryl Streep, quien dando vida a Margaret Thatcher ha recibido un aluvión de premios. Íntimamente relacionada con esta última se halla The Queen, realizada por Stephen Frears en 2006 y protagonizada por Helen Mirren, quien acumuló prácticamente los mismos galardones -óscar incluido- que este año ha atesorado Meryl Streep. Se podría decir al respecto que Isabel II no es política sino reina, ¿pero acaso alguien duda de que la matriarca de los Windsor manda más en su país que, por ejemplo, el maltrecho Borbón en el nuestro?

Hace apenas cuatro años Oliver Stone insistió en un género que al parecer le cautiva, y tras haber filmado Nixon (1995) y los documentales sobre Fidel Castro Comandante (2003) y Looking for Fidel (2004) -recordemos que pese a su título JFK (1991) no es un biopic– se decidió por hacer un demoledor retrato del entonces presidente Bush en la fallida W (2008).

Visto lo cual, me viene a la cabeza la posibilidad de que un día de éstos recalen en la gran pantalla las figuras de nuestro actual presidente del gobierno o de su inmediato predecesor en el cargo. Y es entonces, nada más contemplar tal futurible, cuando se me entornan irremediablemente los ojos y se me agiganta hasta extremos insospechados la cavidad bucal.

Imaginen por un instante el biopic rajoyniano. Al afrontar su dimensión pública estaríamos ante un sujeto tan inexpresivo como anodino, incapaz de emitir un “sí” o un “no” como respuesta a cualquier cuestión mínimamente enjundiosa. Al contemplar su ámbito privado descubriríamos a un buen señor apoltronado en su sillón, dedicado en exclusiva a la tediosa tarea de seguir la carrera ciclista que emiten por televisión, actividad que tan sólo se vería interrumpida por la esporádica carantoña que dedicaría a la niña imaginaria que se sienta en su regazo. Esto último -hay que reconocerlo- tendría su puntito inquietante.

Imaginen ahora el biopic zapateril. Al representar su faceta pública nos veríamos en la insufrible obligación de atender a sus discursos vacuos, que versarían sobre la alianza de civilizaciones o el sexo -con total garantía de libertad de opción, faltaría más- de los ángeles. De igual modo, al escrutar su esfera privada observaríamos al hombre inane que contempla, ensimismado, las nubes, mientras desde la sala de estar se dejan oír los gorgoritos de su esposa y desde el cuarto de las niñas resuenan los amenazantes cánticos de un aquelarre. Este último punto, como en el caso del film sobre Rajoy, vendría a salvar una película por lo demás soporífera.

Esperemos que nuestros cineastas no se aventuren a emprender tan arriesgadas empresas. Y si lo hacen, les ruego e imploro que utilicen los códigos del género de terror. Cualquier otra tentativa estaría abocada al más estrepitoso fracaso. Puestos a filmar vidas de insignes autoridades patrias, por favor, que se decidan por la de nuestro monarca. De hecho, quedarían garantizadas varias secuelas si se dedicase a sus actividades privadas el tiempo que merecen.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.