Economía

Merkel, se acabó, o nos rescatan o salimos del euro

Si a estas alturas el gobierno del PSOE hubiera saneado nuestro Sistema Bancario, nos hubiéramos ahorrado muchísimo dinero, pero ahora el problema es mucho más serio. Estamos hablando de que una parte de la banca española empieza a tener problemas de solvencia, tal es el caso de Bankia y de algunos otros bancos más que van lanzando malas señales al mercado. No obstante, pronto saldremos de dudas y conoceremos la magnitud real del problema, pues ya se está auditando a toda la banca española. Aunque, desafortunadamente como el problema va dejando de ser exclusivamente de liquidez bancaria y se va convirtiendo en un problema mucho más grave y de escala mundial, creeo que a España no habrá quien le rescate, por eso el gobierno del PP está buscando en el exterior una solución de urgencia para capitalizar nuestros bancos.

El caso Bankia puede utilizarse como ejemplo. Allí, el conjunto de sus activos (bienes y derechos) ya no son suficientes para cubrir sus pasivos (deudas y otras obligaciones), eso quiere decir que está en quiebra técnica. Una vez tomada la decisión de intervenir en Bankia, el gobierno del PP debería buscar capitalizar el banco de la mejor manera posible, el tema está en qué alternativas existen, y cómo se debe capitalizar Bankia. Lo que ya no entienden muchos contribuyentes es que el gobierno del PP quiera trasladar los problemas de esta empresa privada al presupuesto, porque saben que eso tarde o temprano implicará mayores impuestos.

Juan Ramón Rallo máximo representante del Instituto Juan de Mariana ofreció una solución alternativa a la hasta ahora conocida que me parece debería tenerse en cuenta, y que consistiría en optar por la recapitalización interna, esto significa que los recursos necesarios para la recapitalización de Bankia provendrían directamente de los acreedores del banco y no de los contribuyentes ajenos a los negocios del mismo, una especie de liquidación ordenada, pero sin liquidar realmente el banco. O como J. Ramón Rallo viene a sugerir: habría que realizar para ello una «conversión forzosa de deuda en acciones».

El asunto no es baladí, dado que a los españoles no se nos ha consultado si queremos asumir el coste de la capitalización de Bankia, como de otros futuros bancos (llegado el caso) en situación similar. Si los recursos son públicos, no creo que los ciudadanos a quienes ya se les ha pedido muchos sacrificios estén muy por la labor de que su gobierno realice otro esfuerzo más en su nombre «socializando las pérdidas bancarias». Quizás habría que recordar que tanto las empresas como las personas asumimos riesgos por participar en el mercado, y que ningún gobierno ha intervenido para rescatarnos en momentos de dificultades, por ejemplo, cuando perdieron su empleo, su vivienda, o su negocio; ¿por qué tendría que ser distinto en el caso de Bankia?

Para recapitalizar Bankia además, se necesitan del orden de los 23.000 millones de euros, y si se utilizan recursos públicos eso implicará un empeoramiento de las cifras del presupuesto, es decir, más déficit presupuestario siguiendo los criterios de Eurostat y, por tanto, que seamos incapaces de cumplir con los objetivos del déficit exigidos desde Europa; además de privar a la economía española de una gran cantidad de dinero que podría destinarse a aliviar los problemas de liquidez de las empresas y sus necesidades de inversión. No creo que sea por casualidad que en Europa se haya hablado ya de ampliar el plazo para el cumplimiento del déficit español en otro año más.

Si la economía española sigue endeudándose para salvar a los bancos, estaríamos sacrificando la propia liquidez de nuestro sistema, de hecho esto ya está sucediendo al ampliarse la provisión de fondos que tienen que acumular los bancos, además implicaría mayores recortes y mayor endeudamiento público que detraería ahorro del sector privado nacional, y dado que será muy difícil conseguir dinero en el exterior para financiar al Estado, nuestra situación económica podría agravarse dado el estado de «inelegibilidad» en la que nos estamos sumiendo, y que se reflejará irremediablemente en la prima de riesgo que afectan a nuestros bonos.

Nuestros representantes no solo deben buscar una solución que no empeore la situación del Sistema Bancario, sino también nuestra propia situación económica, y para ello es imprescindible que tengan claro cuál es el verdadero problema de la economía española. La crisis actual no es muy diferente a la que han sufrido otros países. Recordemos la década perdida en muchos países de Latinoamérica con un problema de endeudamiento y falta de crédito similares al que estamos viviendo. Se llamó década perdida, pero para algunos países fueron casi dos décadas. Aunque España lo más aproximado que hemos vivido a una crisis de insolvencia económica de esas magnitudes fue al finalizar el gobierno de Felipe Gonzalez, cuando la peseta fue devaluada un 28% en tres años, tras el proceso liberalizador del mercado de capitales financieros iniciado en la economía española el año 1993. Mientras tanto, España sigue financiándose en el exterior, a precios poco razonables, lo que implica que nuestro endeudamiento empieza a ser de tal magnitud, que los propios pagos por intereses están comprometiendo en exceso todas las partidas de nuestro presupuesto público, lo que obliga al gobierno a realizar recortes adicionales en Sanidad, Educación, etc. Sin embargo, lo trágico de todo esto es que si nuestros desequilibrios estructurales persisten, más bien temprano que tarde habría que pensar en aceptar una mayor intervención de nuestra economía, que el gobierno del PP está intentando evitar a toda costa negociando la capitalización de los bancos a través de un mecanismo global para todos los bancos europeos, eso o en última instancia salir del euro. Desafortunadamente, tal como está montada la moneda europea, quien se está beneficiando del crédito barato solo es Alemania. El asunto es que Europa no se ha construido para favorecer a un solo país, para eso mejor solos. A Europa le falta una unidad fiscal, pero más aún un mayor compromiso político con sus ciudadanos. Eso, si lo que se pretende es que el euro tenga futuro y que la Unión Europea perviva.

Muchos economistas creen que el problema de liquidez de nuestra economía se resolvería si el Banco Central Europeo (BCE) inyecta más liquidez en los bancos, es decir, que nuestros bancos acudan, ya sea a través de las facilidades permanentes de crédito que otorga el BCE u otro instrumento de política monetaria, al BCE para conseguir así dinero barato y poder ofrecer más créditos a nuestras empresas y particulares. De hecho, el pasado mes de Abril este tipo de operaciones superó todos los record para la financiación a la banca española, pero aun con todo fue insuficiente, y eso a pesar de que casi el 70% del total del crédito del BCE fue a parar a nuestras instituciones financieras. Sin embargo, esta no es una solución de largo plazo, porque además, significaría restar autonomía al BCE y ofrecérsela a los políticos. Como tampoco es una solución la creación de eurobonos para la financiación y el endeudamiento de los Estados. Lo que habría que pensar más bien, es en reducir los impuestos y homogeneizarlos en toda Europa, en fiscalizar y controlar los desequilibrios de las cuentas públicas de los países del euro, en incentivar el ahorro privado y público de nuestra economía, así como en intentar mejorar las cifras de nuestra balanza por cuenta corriente, fundamentalmente en lo que respecta a la balanza comercial y eso pasa por mejorar nuestra competitividad.

Aumentar el ahorro privado se consigue no penalizándolo como se ha hecho hasta ahora con mayores impuestos, ni reduciendo la renta de las familias a base de mayores impuestos, ni permitiendo que las instituciones de crédito olviden su labor tradicional y se conviertan en simples especuladores capaces de engañar a sus propios clientes, como ha ocurrido con el asunto de las acciones preferentes, en las que los bancos han engañado a un número considerable de pequeños ahorristas para conseguir capitalizarse. En España ha fallado la supervisión a los bancos. Ni la Comisión Nacional del Mercado de Valores, ni el Banco de España han hecho nada, cuando se suponen que deben fiscalizar este tipo de operaciones, solo mirar para otro lado, lo mismo que nuestra clase política.

Si conseguimos mejorar el ahorro privado habría más posibilidades de otorgar créditos y salir de la recesión. La solución pasa también por reducir el déficit (desahorro público), pues mientras haya déficit estaremos detrayendo liquidez al sistema, porque las necesidades de financiación del déficit implican que tendremos que emitir más deuda, deuda que se vende en el mercado también a ciudadanos nacionales, no solo extranjeros; lo que desvía el ahorro desde los bancos para financiar al Estado.

Por último, para mejorar las cifras exteriores debemos aprender a exportar más, con eso evitaríamos el depender tanto del crédito exterior. La economía española ante la falta de liquidez ha recurrido siempre al endeudamiento exterior, como lo refleja nuestra balanza financiera. Ahora que el dinero de los extranjeros se está retirando de España, hay menos liquidez, por eso debemos rápidamente conseguir equilibrar nuestras cuentas exteriores y aprender a ganar competitividad. Pero esto no es algo que se pueda resolver de la noche a la mañana, para ello es necesario ser más productivos, lo que tiene que ver con nuestro desarrollo técnico, no necesariamente con nuestros salarios. Lamentablemente nuestro país no está en la vanguardia del desarrollo tecnológico. Parte de la culpa recae sobre nuestro sistema educativo, pero también con los incentivos fiscales a las empresas.

Como España no es un país que sabe cómo mejorar su productividad, su competitividad se resiente y no podemos vender más al extranjero. Antes la solución provenía de la depreciación de la peseta, ahora, es más difícil que el euro se deprecie para permitirnos ser más competitivos, a pesar de la reciente caída del euro frente al dólar, en la que de alguna manera ha influido nuestra propia situación, pero lo cierto es que la economía que más influye en el euro es la alemana y por eso el euro se encuentra muy apreciado (sobrevalorado) para lo que necesitamos. Si estuviéramos con la peseta, esta ya se habría depreciado en el mercado internacional y probablemente estaríamos en una situación más cómoda, quizás como la inglesa con la libra.

El gobierno del PP busca mejorar la competitividad reduciendo los costes laborales fundamentalmente. Es una especie de depreciación encubierta, pero lamentablemente, a mi modo de ver, esa no es la solución correcta, no, porque en cierta medida no es una solución de mercado. Debiera ser el propio mercado quien regule los precios y salarios, estos no se pueden regular por decreto. Además, aquí lo que importa es mejorar la competitividad de las empresas exportadoras fundamentalmente. La reducción los salarios reales en general lo que hace es reducir nuestra demanda, lo que nos empobrece a todos y repercute negativamente sobre la recaudación impositiva. El gobierno debería saber que está tirando piedras sobre su propio tejado al perjudicar la demanda privada con mayores impuestos, pero algunos otros de la oposición deberían también saber que, las políticas que incentivan la demanda pública no son la solución, son parte del problema.

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Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.