Cultura

Sobre un libro de Margarita Rivière

Margarita Rivière

Retrato de la periodista y escritora Margarita Rivière

Sobre un libro de Margarita Rivière

Parece una obviedad decir, y más por escrito, que la mujer ha jugado, y sigue jugando con más fuerza que nunca, un destacado papel en el progreso de las letras y las humanidades. Lo mismo se podría afirmar, igualmente, respecto al protagonismo de las mujeres en otros muchos campos de las actividades humanas, como el de la docencia por ejemplo, o el de la investigación científica, el mundo jurídico y cualquier otra rama profesional o de estudio que nos pueda venir a las mientes. Así que, hoy por hoy, el típico misógino cerril me parece una especie en justas vías de extinción. Se da por cierto que Picasso —que también tenía lo suyo— dijo en una ocasión que hay dos tipos de mujeres: las diosas y las porteras. Puede que tuviese razón. Aquí vamos a referirnos exclusivamente a las primeras, deseando que las segundas, metafóricamente hablando, abunden cada vez menos en este mundo de nuestras miserias. Porque el valor de la mujer no hay que cuestionarlo siquiera; simplemente está ahí, en la calle, en los parlamentos de muchas naciones, en el ámbito económico de un buen número de países desarrollados y en cualquier otro lado en que exista una responsabilidad social o individual que arrostrar o ejercer.

Sin embargo, esta actividad social femenina no siempre ha sido posible, y menos aún en algunos campos de dominio tradicionalmente masculino. Quizá la juventud no se haya parado a meditar el asunto. La literatura, y por extensión el mundo de la cultura, ha constituido siempre en España, al menos hasta bien entrado el siglo XX, una parcela casi vetada para la mujer, a la que ésta ha ido accediendo paso a paso con heroísmo gracias a la fortaleza y empeño de una docena de escritoras porfiadas que se ganaron en su día el respeto masculino por su valía intrínseca o debido a la tenacidad en la lucha; o por ambas razones a la vez, probablemente.

Así pues, de lo dicho se colige con facilidad que la mujer, hablando en términos generales, se ha ganado el puesto que hoy día tiene en las sociedades más punteras. Eso no es óbice, desde luego, para no exigir a la mujer en la misma medida y proporción que se exige al hombre, ya que las mujeres no deben prosperar en el seno social por el factor de su sexo, sino únicamente por su valía. Tampoco sería bueno llevar a efecto esa mal llamada teoría de la discriminación positiva de la que tanto se ha venido hablando durante años en los últimos tiempos, y que no deja de ser una necedad más nacida del ámbito político. Nada tan lejano de la justicia para con la propia mujer.

En uno de sus libros, la periodista y escritora Margarita Rivière resume la historia de la población femenina a lo largo del siglo XX . Al objeto de documentar mejor los datos que vierte en las páginas de su libro, Rivière mantuvo más de medio millar de entrevistas que le aportaron opiniones diversas al respecto. Rivière intenta mostrar el mundo desde la óptica de la mujer, aunque también analiza la posición actual de los hombres dentro de la compleja sociedad que nos ha tocado en suerte. El libro quiere señalar que desde el punto de vista femenino se aprecian mejor los rasgos masculinos de la cultura moderna tradicional. Y una de las conclusiones que se pueden entresacar de esta obra es la de que, como es obvio, el estado de cosas ha cambiado mucho en torno a la mujer y al reconocimiento de sus valores sociales. No obstante, Rivière señala que algunos de los problemas con los que se ha topado la mujer en su intento de resurgimiento como género, se los ha ganado a pulso durante siglos por mantener, desde siempre, una actitud pasiva y absolutamente conformista que a nada bueno le ha conducido al final. Esto ha sucedido, según la escritora, en todas las culturas por igual, pues tanto las mujeres asiáticas, como las americanas o europeas, padecen y comparten los mismos males, salvando por supuesto las diferencias que de por sí mantienen las distintas culturas del planeta. Entre todas ellas ha existido, o existe aún, la sensación de pertenecer a la parte marginada de la sociedad en la que viven.

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Sobre el autor

Ricardo Serna

- Doctor en Patrimonio
- Licenciado en Filosofía y Letras [Historia]
- Máster en Historia de la Masonería en España
- Diplomado en Estudios Avanzados de Literatura Española