Cultura

Aprender a terminar, de Laurent Mauvignier

Aprender a terminarAprender a terminar. Laurent Mauvignier. Pasos Perdidos.

“Todas las mañanas cogía el ramo en la planta baja, detrás de la recepción, donde había un puesto de periódicos y un florista; como si a la gente no le hiciera falta más que periódicos y flores para que pasaran los días y no se confesaran que esperaban otra cosa, una voz que les dijera: está mejor, va usted mucho mejor”.

Página 11.

“[…] me decía a mí misma: se arrepentirá, bajará la cabeza y ya no tendré miedo de la casa vacía. Ya no me volveré a preguntar a mí misma: ¿pero quién va a coger la sierra, las tijeras, el martillo, quién va a cortar trozos de hierro o de madera, algo sencillo que solo es peligroso cunado no hay una mano que sepa hacerlo    […]”.

Página 23.

Estamos ante una novela corta que evoca “La mujer rota” de Beauvoir y “Cinco horas con Mario” de Miguel de Delibes. La segunda por tratarse de un monólogo de mujer que reacciona frente a un marido y sus actos, y porque ronda la infidelidad como tema de fondo, aunque haya notables diferencias entre ambos, sin duda alguna. La primera porque se trata de la reacción de una mujer ante el desamor de su esposo, aunque también estemos ante diversas actitudes.

A lo largo de sus ciento veinticinco páginas, la obra nos explica el calvario de una mujer que atiende a su marido tras un accidente de automóvil que lo deja postrado en un hospital, y después en casa, hasta que recupera, lentamente y con mucho esfuerzo la capacidad de andar, siendo ya un logro poder acercarse a comprar el pan o ir a buscar a sus hijos al colegio. Se explica que ha quedado incapacitado para trabajar y que ella tiene, además, que empezar a limpiar en una casa para cubrir las necesidades mientras llegan las indemnizaciones o pensión.

Hasta ahí todo un ejemplo de sacrificio y amor, pero ya desde esa atención hospitalaria se entiende que el marido detesta las flores que su esposa le lleva, el sonido de sus tacones. Algo sucede.

Lo que sucede es que el desamor ya había llegado a la pareja con tres hijos, uno independizado y otros dos en casa. El hombre estaba manteniendo una aventura. Precisamente el accidente parece exorcizar el peligro de que abandone a su familia. Y la mujer empieza a sentir seguridad, su plaza conquistada, el derecho a ser feliz con una esperanzadora relación nuevamente. ¿O no?

“Parece mentira cuánto hay que aprender para no gritar., todo el dolor que hay que callar para no verse arrastrada por un diluvio de palabras más destructor que el fuego que acabará conmigo y con todos los que rodeaban, y de esta manera tener la fuerza de proseguir sin tener nada que reprocharse”.

Página 103.

El diálogo interno que el libro desata es absolutamente asombroso en su detallada descripción del pensamiento interno. Las reacciones humanas que surgen después de soterrar los sentimientos. El rencor. Los celos. Las pequeñas anécdotas que destapan el gran torrente que todo lo desborda. Querer cerrar los ojos o enterrar la cabeza frente a una realidad que todos los demás han sido capaces de comprobar –más que de intuir- y que, además, han querido explicarnos.

El autor demuestra un soberbio conocimiento del alma humana y una capacidad asombrosa para presentarla al lector. Este diálogo interior que, a la par de natural, resulta narrativo en grado suficiente para que nos enteremos de qué se nos está contando es un equilibrio magnífico. Está tan bien hecho que parece sencillo. Pero en absoluto lo es. Un exquisito bocado a la realidad… aunque triste.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.