Sociopolítica

Cooperativas, hora social de evitar sus desvirtuaciones

Enfoques cooperativos; Hoy: Cooperativas,hora social de evitar sus desvirtuaciones.

El problema de las condiciones socioeconómicas de la sociedad industrial moderna, como creadora de la personalidad del hombre occidental moderno y causa de las perturbaciones de su salud mental, requiere el conocimiento de los elementos específicos del modo capitalista de producción. Erich Fromm

El punto central del carácter social del hombre en el capitalismo contemporáneo es la enajenación. Resulta el más apropiado si consideramos primordial conocer la interacción entre la estructura socioeconómica y la estructura del carácter del individuo. Erich Fromm

Los desvirtuadores de ayer y de hoy vienen empujando la instauración y consolida4224457-los-billetes-en-euros-el-dinero-en-una-maleta-de-viajeción de un cooperativismo despojado de su esencia transformadora, en verdad, trabajan con esta idea muy persistentemente, debemos reconocerles esa actitud.

En sus deleznables acciones, estos actores, auténticos defensores de la economía de la plusvalía, adaptados totales del neoliberalismo, propugnan un cooperativismo economicista. Pero también están los otros, los alejados de la realidad, los ensoñadores, patrocinan un cooperativismo apostolado, bobo.
Ante una humanidad efervescente, indignada por tanto despojo de la cosa pública, deseosa de un cambio transformador, nos anuncia que su letargo se empieza a desvanecer y da paso a una conciencia real sobre sí y para sí misma.

El acto de conformación de la cooperativa por parte de los Pioneros de Rochdale implicó-¿qué duda cabe?-un acto profundamente transformador, producto de un análisis de la realidad, mirada desde el cristal de una Doctrina que juzgó negativo el modo de organización, no sólo de las empresas capitalistas, sino también de la propia organización de la sociedad en su conjunto.

Más tarde la ciencia corroboró lo adelantado por los valores y principios cooperativos, guías del accionar de aquellos fundadores, de tal modo, como nos enseña Paul Lambert, Doctrina y Ciencia son complementarias.

El cooperativismo emergió, entonces, como una contracultura socioeconómica al capitalismo en su etapa industrial, que pese a su incipiente desarrollo evidenciaba ya entonces lo que hoy tenemos ante nosotros: la pretensión de destruir la génesis cooperaria del ser humano.

Digámoslo con todas las letras: el capitalismo como cultura implica desintegración del individuo, porque le implanta el carácter disolvente de su propia persona a través de una imaginación que une sus auténticos intereses con los intereses de los beneficiarios del privilegio.

Conozcamos pues, a partir de este esbozo-para alcanzar una aceptable comprensión del problema-lo que desafía toda “cultura cooperativa”.

Asumiendo que las cooperativas inauguran otro modo de producción, un modo de producción de repartición equivalente al esfuerzo realizado en conjunto e individualmente, su objetivo será entonces persuadir la formación de hombres y mujeres, niños y niñas, y jóvenes apropiados de las teorías y prácticas de la cooperación.

La tarea es monumental, implica desmoronar toda esa conciencia mezquina, individualista y egoísta formada por una sociedad filtrada en esas enseñanzas. Para contestar a esa cultura desintegradora, es necesario vencer el albur de la libre empresa y la libertad de mercado que enajenó al hombre de su relación humana con los demás y con el proceso de producción, es imperativo reintegrarle los intereses de sí y para sí lo que el método de la competencia y la plusvalía le despojó. Para ello, es menester evidenciar la estructura del engaño y luego asimilar la necesidad de transformación personal para la transformación organizacional teniendo como referencia a la cooperación.

En tales circunstancias la cooperativa emerge como un instrumento de transformación benéfica social sin igual. Un instrumento pedagógico y didáctico de enorme valía para rescatar la condición humana.

Miremos al trabajador asalariado y miremos también al asociado cooperativo. El primero se sabe expoliado en razón a sus magros ingresos, a las ignominiosas condiciones en que se desempeña y el trato denigrante con que lo dispensan, y por si ello fuera poco, pende en su cabeza la amenaza del despido, el temor al desempleo es un arma que infunde temor paralizante.

En la cooperativa el trabajador asciende hacia cumbres dignas jamás experimentadas, es copropietario, es propietario de su esfuerzo garantizado por el mecanismo del retorno. Su participación en los planes estratégicos estudiados en Asambleas democráticas y los saberes adquiridos en cursos de educación y formación lo capacitan económica, política y técnicamente para asumir roles y funciones de alta dirección y alcanzar a ser “dueño de su propio destino”.

La cooperativa, entonces, rescatada de su asimilación a empresas de lógicas de la ganancia, encontrarán, de tal modo, su hora de evitar devaluaciones, sus funestas desvirtuaciones, y serán en su medio actuante, una referencia de lo que somos capaces cuando comprendemos la fuerza de la cooperación y a través de la guía de sus valores y principios, cambiar, transformadoramente, nuestras vidas y de la sociedad.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.