Sociopolítica

Si nos decimos cooperativistas…

“El hombre no se siente completo sólo con una familia, es el trabajo lo que nos da nuestra identidad.” Dustin Hoffmann

“La identidad de un hombre consiste en la coherencia entre lo que es y lo que piensa”. Charles Sanders Peirce

identidadyprincpeqiEl asunto de la identidad en el mundo cooperativo ha cobrado inusitada importancia, y es tanto comprensible como auspicioso que así se manifieste a tenor de lo que es palpable en el mundo globalizado bajo los designios neoliberales, ya que socaba toda idea o cultura que no se aviene a su contracultura “del todo vale” y “el no se puede”.

Decimos claramente que no todo es igual, que la economía de la escasez es una teoría afín a un modelo productivo determinado. Que existe otra economía basada en una teoría de satisfacción de las necesidades bajo el esfuerzo propio y la ayuda mutua.

Para nosotros la identidad cooperativa constituye un elemento subjetivo, espiritual y que llegado a un alto nivel de interiorización en el sujeto, constituye ya un atributo de su personalidad y que, como tal, entra en contacto, en relación social con otras identidades mentales contrapuestas, dado que vivimos en sociedades de signo capitalistas que se sustentan en la competencia, la mezquindad y el individualismo.

Aquí, en este punto nos encontramos ante el dilema de cómo resolver la construcción del hombre cooperativo en un ambiente adverso. Este es el dilema que enfrentó Robert Owen (1771-1858) en la era de la revolución industrial inglesa.

Robert Owen, reformador social y educativo, pero también un destacado management que representa un importante punto de inflexión en el desarrollo humano en relación al industrialismo y para la consecuente forja de la psicología social y la filosofía económica.

El padre de la cooperación sustentó su propósito de cambio, de transformación de la sociedad con el instrumento vital que implica una temprana educación bajo una nueva moral, bajo “Una Nueva Visión de la Sociedad”, denominación publicada de su ensayo sobre su pensamiento y acción reformista.

¿Pero cuándo se forja el hombre cooperativo? ¿Acaso debe formarse antes de ser miembro de una cooperativa o por el contrario cuando ya interrelaciona en ella?

Anotamos, sin más, que el elemento subjetivo, es decir, la buena disposición del aspirante respecto al proceso de transformación cooperativa que debe encarar es lo más significativo.

Pero ese elemento subjetivo debe tener su correlato concreto y objetivo lo más expedito posible, se hace necesario que la persona sea consciente de que su interés objetivo, cual es la solución de una determinada necesidad, tiene una base espiritual, moral y doctrinaria indisoluble. Es menester que comprenda cabalmente esto.

Existe la tendencia en muchos referentes cooperativos de expresarse e incluso de promover procesos educativos prácticamente con recetas, o peor aún, con formulaciones moralista triviales exclusivamente. No decimos que esté mal, decimos que resultan insuficientes en las condiciones actuales. Sería inadecuado dificultar este alegato.

Es de suponer que si nos decimos cooperativistas tengamos en claro que la cooperación es una amalgama de ciencia y doctrina. Juzgamos al mundo regido por la oferta y demanda como una organización de la producción incompatible con la condición humana. Apoyados por la ciencia intentamos cambiar todo lo que se deba cambiar de ese orden injusto para hacer la vida más placentera y compatible con la naturaleza, nuestra casa global.

Ahora bien, sostenido en lo proclamado, afirmamos que los planes y proyectos educativos y de capacitación cooperativa deben proveer de suficientes saberes socialmente relevantes para que el asociado cooperativo posea bastante información y formación para ser un decidido contestatario a las negativas tendencias egoístas que son propalados en la sociedad por todos los medios.

Es acertado suponer que la educación y formación cooperativa tiene que procesarse en la práctica cotidiana en todo momento y todo lugar, evidenciado que la cooperación está acotada por los subvalores existentes en la realidad cotidiana. En otras palabras, aún en desventajoso contexto, es posible inculcar a las personas- sean éstas adultas, niños o jóvenes-una mentalidad cooperativa sobre la base de las condiciones capitalistas, preparando el advenimiento de una nueva organización social a favor de la humanidad y del mundo, insistimos.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.