Cultura

La felicidad de la polilla, de Francisco Corrales Hernández

Lecturas, 10.

La felicidad de la polilla, de Francisco Corrales Hernández.

La Esfera Cultural, Santa Cruz de Tenerife, 2014, 80 p.

La felicidad de la polilla‘La felicidad de la polilla’, de Francisco Corrales Hernández, ha ganado el Premio internacional de novela corta La Esfera Cultural 2014, promovido por una asociación literaria de ese nombre, ubicada en las Islas Canarias, que desarrolla una intensa labor cultural. Es un concurso que se desarrolla en total independencia de los circuitos habituales y que no tiene dotación económica. La publicación en papel y on-line de la novela ganadora es el premio.

Al carecer de un objetivo comercial inmediato, escapa del control establecido por las entidades que patrocinan los premios de mayor cuantía en combinación con algunas editoriales de gran volumen, necesitadas de ventas importantes para su mantenimiento.

La felicidad de la polilla’ no es una novela de acción, ni de hábiles y estereotipados detectives, ni recrea situaciones dramáticas de la guerra civil, ni utiliza vampiros o súper héroes en su trama. La narración discurre por los territorios de la cotidianidad, sin grandes acontecimientos, sin sobresaltos importantes, a pesar de exponer algunas situaciones y contener ciertos episodios que llamaríamos ‘fuertes’. Pero incluso en estos casos, la narración no altera su decurso normal ni su discurso lánguido.

La felicidad de la polilla’ es una novela fría. El protagonista narrador tiene una visión anodina del mundo, vive instalado en su actitud indolente ante la vida y comenta su día a día con cierta pasividad irónica. La trama es simple: un profesor de instituto va a pasar el fin de semana a casa de sus padres, en el pueblo donde nació. No le acompaña su mujer en esta ocasión, porque ella tiene ocupados esos días. Pedro, el protagonista, recuerda episodios de su infancia en los que también está involucrada Marta, su mujer, a quien sus padres aprecian más a él mismo. El regreso al hogar se efectúa en medio de la alteración que han provocado en el profesor sus recuerdos infantiles.

La frialdad advertida deriva de la actitud del protagonista respecto a sucesos de cierto impacto emocional: su padre destroza gallinas con un garrote en corrales ajenos sin obtener ningún beneficio, su mujer tiene amantes que él conoce y tolera, su mejor amigo se suicidó en la adolescencia con su ayuda… Nada parece afectar al espíritu pusilánime de Pedro, antihéroe de su propia existencia. Unas constantes de este tipo en la narración, la singularizan.

Pero donde radica la excelencia del texto, y lo que a mi entender le ha hecho merecedor del premio, es el lenguaje. Es preciso, incisivo, luminoso, en claro contraste con la personalidad del protagonista. A medida que narra sus peripecias, crece la dimensión de su discurso, con imágenes y descripciones que deslumbran. Podrían multiplicarse los ejemplos; valgan tres:

Así retrata a su padre: Tiene rostro de actor caracterizado de agricultor ilustrado, la piel curtida y suave a la vez, mostacho de sargento primero, nariz pugilística, aguerrida cabellera blanca y unos ojos, antaño encendidos como espejos, que mi trayectoria errática han ido velando de decepción.

De este modo se menosprecia: Cuando uno frisa los cien kilos sus ideas son tan pertinaces como sus grasas.

Y así recuerda a su primer amor adolescente, Beatriz: Tenía el cerco de la mirada enmarcado por unas cejas tan espesas y unas ojeras tan profundas que a su lado la angustia existencial de los románticos podía considerarse un simple bajón anímico.

Hay también a lo largo de la narración un componente metaliterario de bastante calado, con referencias a –y citas de– Baudelaire, Beckett, Kerouac, Kafka, García Márquez, Onetti, Faulkner, Hemingway, Pavese, Salinger, Hesse, Sade, Miller, Bukowski, Steinbeck y Joyce, entre otros autores.

Pueden observarse también ciertas deficiencias en la trama, como que no haya mención en los episodios que tienen lugar dentro del túnel a vela, linterna o luminaria alguna, y sin embargo los personajes se vean con claridad y en detalle unos a otros. Peccata minuta para un premio merecido que ofrece una lectura jubilosa a quienes aprecian más la sutileza del lenguaje que el fragor de la trama.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.