Sociopolítica

Federalismo

La cuestión del Federalismo es un reivindicación histórica y un tema recurrente para la izquierda española. El término “federal”, como “democrático”, “verde” o “igualitario”, tiene un gran prestigio en el lenguaje político. En los últimos tiempos, ante el embite nacionalista, ciertos sectores políticos han vuelto a sacar a la luz el tema del federalismo.

El término encierra una no desdeñable complejidad y, por supuesto, una capacidad de ambigüedad que puede oscurecer el debate. Intentemos, corriendo el riesgo de simplificar lo complejo, definirlo en un par de rasgos esenciales:

Primer rasgo. Federar es unir elementos, unidades políticas que estaban previamente separados. Evidentemente tienen que tener elementos e intereses comunes, que los impulsen a este proceso unificador. Los estados federales más importantes, como EEUU o Alemania, son fruto de un movimiento que aglutinó una diversidad previa. Diversidad que puede ser bastante evidente. Entre un californiano o un neoyorkino, entre un bávaro o un habitante de Bremen hay gran diferencia cultural, religiosa e histórica.

Ahora bien, esta diversidad se trasciende y supera por (segundo rasgo) la asunción de unos valores políticos comunes, que suponen un fuerte sustrato donde apoyarse y que, en caso de crisis, se afianzan aún más. En resumen, el federalismo es un proceso unificador basado en un proyecto común y en unos valores compartidos.

Ahora bien, ¿puede ser el federalismo la solución a las tensiones centrífugas que provocan los nacionalismos hispanos? ¿Es éste el modelo ideal para obtener, por fin, un status territorial donde todos se sientan cómodos? Aunque algunos, con una buena intención de la que no dudo, opinen lo contrario, veo claro que las respuestas a estas preguntas es negativa.

País Vasco interroganteNinguno de los dos momentos con los que he definido al federalismo encaja con el caso actual de la organización territorial española:

a) No hay una agregación de elementos previos, sino todo lo contrario, la disgregación de una unidad ya existente.

b) No existe un acerbo de valores comunes que sirva de aglutinante. Ni hay voluntad de buscar o desarrollar estos valores. Por contra, se busca la singularidad, lo específico y distinto, no lo común. Aunque aquí se sufre una especie de espejismo: plantear el encaje de las unidades territoriales en el conjunto, es positivo para los nacionalistas porque supone para ellos cuestionar el actual sistema y evidenciar que no es una realidad intocable. Pero no es positivo en sí, sino una paso hacia la ruptura, hacia la separación liberadora que es, el última instancia, el horizonte último.

Por todo lo dicho, resumimos diciendo que resolver los problemas planteados por los nacionalismos con el federalismo es algo así como curar una pulmonía con baños de agua fría.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.