Cultura

Escritores Latinoamericanos. Pablo Di Marco y Las horas derramadas

Pablo Hernán Di Marco, escritor argentino, ganador del  XXI Certamen Literario Ategua 2010 con su novela Las horas derramadas, y ganador de la XIII Bienal Nacional & I Internacional de Novela “José Eustasio Rivera” 2012, Colombia y Espiral con su obra Tríptico del desamparo

Pablo Hernán Di Marco, escritor argentino, ganador del XXI Certamen Literario Ategua 2010 con su novela Las horas derramadas, y ganador de la XIII Bienal Nacional & I Internacional de Novela “José Eustasio Rivera” 2012, Colombia y Espiral con su obra Tríptico del desamparo.

Con la gran habilidad de transportar al lector a un mundo diferente, a una atmósfera única, con tales vivencias llevadas al límite, donde es inevitable respirar al ritmo y en el tiempo en que transcurre esa historia que se mete en las venas porque toca todos los sentimientos humanos.

Están presentes el miedo, la falta de certeza, la cobardía, la falta de voluntad, la duda, pero la contraparte de estos aspectos con una fuerza que arrastra también están presentes, quizá porque sus personajes son tan humanos es irremediable no identificarse en alguna de sus facetas; pero no basta que en cierto modo sean corrientes, lo son en cuanto a sus maneras de enfrentar algunas actitudes pero jamás serán del todo corrientes porque siempre lleva sus reacciones a lo  inesperado y terminan odiándose o amándose pero jamás ninguno de esos actores de la trama se perderá en el recuerdo, siempre dejan alguna experiencia vital que toca hondo.

Cuando se lee a Di Marco, se recuerda a Shakespeare, por la intensidad de sus personajes, también se puede pensar en alguna épica o tragedia de la literatura de los grandes, con escenarios en un mundo actual.

Fragmentos de Las horas derramadas:

¿Cuántos años habían transcurrido desde su llegada a la basílica?

Al tomarse otro trago de la botella, sintió que del mismo modo se había bebido su

propia vida.

El tiempo aniquilado de a sorbos, se dijo.

Y, angustiado por aquella imagen del anciano en el espejo, buscó en el fondo del

alcohol el sabor de las décadas muertas.

—Tengo miedo, papá. Miedo de cerrar los ojos y morirme… Parpadeé y me hice viejo.”

“La imagen de un joven elegante que visitaba a un anciano postrado en una silla de

ruedas atravesó el tiempo. Una voz nítida lo cercó hasta derrumbarlo:

…me están yendo bien las cosas en el trabajo, muy bien… En poco tiempo te voy a sacar

de acá, quiero que estés en un lugar mejor…

No se sabe si el autor lo hace intencionalmente o no, pero la novela “Las horas derramadas” tiene una riqueza literaria absoluta, porque en ella se puede apreciar la tragedia, lo dramático, lo lírico y hasta lo épico, forzosamente nos remite a las más famosas tragedias y dramas de todos los tiempos, contiene todos sus elementos en un tiempo más cercano.

Hay una evolución en la vida de ese hombre, Gabriel, su recorrido en el tiempo desde joven hasta viejo, cómo sin darse cuenta se le pasa la vida y ese instante de luz en el que hubiera podido cambiarlo todo pero no lo hace, nunca lo hace. Como en las tragedias greco romanas o en la literatura contemporánea siempre está el duelo entre la parte y la contraparte, la razón y la sinrazón, ambos en una competencia por la lucha de su helena, o de una respuesta a una indagación en este caso Aída para finalmente ninguno quedarse con ella porque a cada uno lo vence su aparente fortaleza que termina siendo su gran debilidad, el uno como los llama el autor es el hacedor y el otro el pensador.

Al mismo tiempo en esta historia vital se hace una crítica sutil del estado y la evolución de las librerías y los libros, pero que siempre resultan triunfando porque desde ese pasado, presente y futuro de la novela siempre están presentes y son la solución y la respuesta.

Fragmentos de Las horas derramadas:

Pasó largas horas buscando algunas de las librerías de su juventud. La mayoría habían

cerrado, y el resto habían sido demolidas. Recordó que la metamorfosis había comenzado

décadas atrás, antes de su llegada a la basílica, cuando las pequeñas librerías

sucumbieron frente a las grandes cadenas. En aquel momento había aceptado ese cambio

como un proceso inevitable, incluso lógico.

—No es nada. No se preocupe. La cosa es que tengo entendido que ahora los

escritores se pagan de sus bolsillos tiradas de treinta, cuarenta libros. Parece ser que ya

no son necesarios.

—¿Los libros?

—Ni los libros ni los escritores ni los inconformistas. Y menos si son vagabundos…”

En cada página hay alguna frase que no puede pasar desapercibida, toca las fibras íntimas del ser, sus pensamientos y emociones.

“Todos los años, hacia principios de diciembre, los dos compraban las flores recién

traídas del campo, con las que su madre decoraría la casa para Navidad.

Y la voz del amado viejo volvió a recorrer las décadas:

… no son flores, Gaby, son mariposas dormidas. Y en estas fiestas adornaremos la casa

con las más lindas…

Tiene los elementos de las obras universales que se repiten, se leen, se interpretan y mantienen la emoción sin importar el paso de las generaciones. Atrapa, mantiene un ritmo que no permite que el lector se distraiga o pierda el interés en algún momento y todos sus personajes principales y secundarios producen una sensación especial donde es fácil verse en ellos como en un espejo.

Fragmentos de Las horas derramadas:

—¡Tengo el nombre!

—¿Qué nombre? —grito Gabriel.

—¡El nombre para el perro! ¡Ya sé qué nombre ponerle!

—¿Cuál?

—¡Soleado! —Antonio se alejaba caminando hacia atrás y sonriendo con los brazos en

alto, hacia el sol.

Y Gabriel cerró los ojos: así quería recordarlo. Se agachó y le acarició el cuello al perro.

—Ese es tu nombre, ¿escuchaste? Soleado. Es un nombre hermoso —quiso ver en los

ojos del perro una chispa de comprensión—. Sí, vos te llamás Soleado

Había vivido por décadas como un cobarde, dándole la espalda a la vida y a la muerte.

Ahora quería mirarlas a los ojos.

Ya solo, Gabriel se quedó con la mirada perdida en el blanco de las paredes, cercado

por una tensión que lo sofocaba hasta abrasarle la piel. Ni siquiera cuando agonizaba en

la estación de trenes rodeado de ratas sintió tal desamparo.

Pablo Di Marco es un escritor fuera de lo común, no puede considerarse como ese escritor que hace libros para un éxito momentáneo que vende una historia con morbo, violencia o romance y pasa de moda, aunque en sus obras contenga todos estos elementos, va más allá, deja la vivencia de una historia que penetra y es imposible de olvidar porque toca todos los aspectos comunes en todos los seres humanos sin importar cultura, tiempo o lugar, pero también hay en ellas un trasfondo psicológico, sociológico y filosófico importante, sin mencionar que en toda su obra está presente una gran riqueza literaria.

Si los críticos lo examinan bien y van más allá de las ventas de un momento podemos encontrarnos con un escritor que marcará la literatura de nuestro tiempo, no solo la ya reconocida y bien valorada literatura hispanoamericana sino para enriquecer la literatura en otras lenguas y por qué no otras ramas del arte como el teatro y el cine universales.

Un buen libro es como un buen maestro, se recuerda y marca para toda la vida, a cada aprendiz o lector le dejan ciertos aspectos con los que se identifica y que inciden en su actitud frente a diferentes elecciones de la vida ; de ahí que las obras del escritor argentino Pablo Di Marco, deberían proponerse como lectura de los estudiantes de bachillerato y universidad, los jóvenes podrían disfrutar a un gran autor de su tiempo; sus obras mantienen suspenso, emoción y motivación durante toda la lectura, como también una serie de premisas que causan el impacto necesario para replantearse ciertos hechos de carácter individual o colectivo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.