Karma

Tiempos modernos

grito munch

Foto: Pixabay

A veces me da asco tanta alegría que siento. Entonces salgo a respirar un rato la hediondez de las alcantarillas, a empaparme de lluvia ácida y a que me asalten los perdedores con los cuales coincido en las esquinas.

Me devuelve la calma contemplar al blanco oprimiendo al negro, mientras que éste segrega al hispano, quien trafica con la merca ilegal del chino, el cual hace réplicas de todo con las manos de sus niños, quienes se conforman con obedecerlos sin cuestionarlos.

La saliva del mundo está llena de veneno, y, qué bueno, porque no me complacería tener un gusto dulzón.  Si la cerveza es amarga y las drogas saben a mierda, prepárame igual un día de la semana y ponme seis más para llevar.

El sol hace mucho que dejó de calentar. Ahora quema.

En las nubes se almacena la energía de esta ciudad plagada de almas en pena. Por eso cada chaparrón estremece las ventanas, hace saltar a la abuela y desprende las calcomanías del coche de la empresa. Las flores y plantas deben de sentir como si las tomara por sorpresa una avanzada extranjera atacando por aire con misiles Tomahawk, arrancando sus pétalos, sus hojas, sus fresas.

Qué si este fuera el purgatorio de otras tierras. Eso explicaría la transparencia de mi cuerpo y por qué a veces me siento como el puto Gasparín, invisible y lerdo, hueco y falto de huevos y verga.

Pero que nadie presione el botón del fin del planeta, a mí me gusta así como es.  Lo hemos convertido en una máquina perfecta que produce hombres bomba, en un software que comprime al mínimo nuestra existencia, en un opulento plato de segunda mesa donde sobra qué escoger, pero hay poco que valga la pena.

alienación

Foto: creadoresmilitantes.wordpress.com

La moneda local no tiene valor frente al dólar.

Los medios de comunicación nos controlan.

Sin dinero, en todos lados le azotan a uno en las narices la puerta. Hasta en la iglesia se paga entrada.

El individuo se volvió una rama muerta, pegada a un tronco hueco y sin raíz.

Pero la cosa no es así de grave, sino todavía peor de lo que suena.

Por suerte hemos inventado una solución para todos los problemas, y se llama Era Moderna. Se vende en un paquete que contiene un celular con acceso directo a Facebook y mensajes ilimitados para mandar a chingar la madre; y un vale por un cerebro, canjeable por una suscripción a los canales básicos de TV por cable, entre otros gadgets.

A Dios gracias que todavía no se inventa la vida eterna.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.