¿Crisis civilizatoria? ¡Miremos al cooperativismo!

 

“Con las nuevas condiciones creadas a la sociedad, en mala hora se ha estructurado un sistema en el que el provecho se consideraba como el motor esencial del progreso económico, la concurrencia como ley suprema en la economía, la propiedad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites y obligaciones sociales que le correspondieran. Este liberalismo sin freno conducía a la dictadura, denunciada justamente por Pío XI como generadora del imperialismo internacional del dinero”.

Carta Encíclica Populorum Progressio del Papa Pablo VI

 

¿Por qué encarar la reflexión y el debate  sobre la llamada “crisis civilizatoria”?

¿Sería acoso interesante? ¿Qué nos aportaría? Pensamos que comprenderíamos mejor el momento histórico que atravesamos los seres de  carne y huesos. Comprender  el momento histórico es -a nuestro modesto criterio- una cuestión oportuna para superar el infortunio de la humanidad, de los más, claro está.

El concepto acuñado de “crisis civilizatoria”, de la que nos dan cuenta muchos intelectuales, nos ubica con mayor precisión en el análisis sobre la cuestión en cuanto a que no es tan sólo crisis económica la que estamos atravesando dondequiera, ese conocimiento abarcador y preciso quiere urgir, con certeza, que estamos presenciando la extenuación de un patrón de organización civilizatoria y que ella es de enorme gravedad.

Y exponemos que es de enorme gravedad porque sencillamente no se avanza hacia el rumbo de cambio civilizatorio positivo que clama esa crisis. No se avanza hacia un estadio superior de organización social-económica como sería la civilización cooperativa.

Sabemos por la pluma y las palabras de grandes pensadores que la crisis económica se agrava y se agrava porque simplemente se repite la misma fórmula política económica matematizada de bajar salarios, reducir o anular planes sociales, libres importaciones que aniquilan producciones locales, endeudamientos, y la joya es la supremacía de lo financiero que no conoce fronteras y no tributa impuestos. Reducen poder adquisitivo del pueblo y elevan el nivel de conflictividad social porque la miseria arrecia.

Los cambios positivos necesarios son aquellos que amplíen la participación económica y social de los pueblos, que amplíen los derechos sociales permitiendo avanzar en la construcción de una democracia verdadera. Las viejas estructuras del poder político y económico generan corrupción.

Este es un mundo interrelacionado pero bajo reglas perimidas que impulsan la salida desde viejos “baúles del recuerdo” conceptos como dependencia, subdesarrollo, colonialismo, etc.

Los cambios estructurales que claman las economías como las latinoamericanas y las europeas, sin dudas, son incontrastables, es una cuestión casi exclusivamente técnica, diríamos. Sin embargo, no se avanza, se insiste en formulas perimidas.

En tales condiciones, la economía social y solidaria siempre será residual porque a la larga o la corta se asimila al mercadeo y sus distorsionadas leyes de funcionamiento. A menos que cobre vigor suficiente para imponerse, a partir de su propia esencia y metodología.

Los riesgos del antagonismo son de extrema gravedad, los poseedores arriesgan todo porque todo lo quieren y ante esto alguien pudiera estar pensando en soltar la bomba. Lo plantea Miguel Mateos en su canción “Cuando seas grande”:”Nene, nene que vas a ser cuando seas grande estrella de Rock’n Roll, presidente de la nación, nene, nene que vas a ser cuando alguien apriete el botón”. Atención!!

Crisis económica, crisis civilizatoria, crisis productiva, resultado del avance de lo financiero, es decir, el dinero por el dinero mismo, circulante mundial, que no tiene control ni restricción alguna, sin embargo, y paradójicamente, se auto-fagocita. Es hora de mirar al cooperativismo para salvar a la especie humana y a la naturaleza.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!!