Sociopolítica

Miseria subvencionada

La miseria subvencionada no es la base de la prosperidad humana

Los trabajos y los días

  • Setecientos años antes de Cristo, Hesíodo -poeta heleno- compuso un texto cuyo título coincide con el epígrafe.
  • Lo constituían sentencias para encaminar al hombre a una vida satisfactoria material y moralmente.

El sabio ha tenido como objetivo constante orientar a sus convecinos, sobre todo en épocas convulsas, a confluir acciones cuerdas y lograr así la felicidad escurridiza.

Ante el peligro de toparnos con algún mesías salvador, populista, totalitario, conviene coger las riendas que, con nuestro esfuerzo personal, nos lleven a un estadio de paz y prosperidad. Solo nosotros somos protagonistas del propio éxito o infortunio. Echar culpas al prójimo constituye la excusa socorrida de quien cae en la desidia o, tal vez, transite por senderos espinosos, arriesgados. Cuán fácil es atribuirse loas, casi siempre inmerecidas, y cómo cuesta apadrinar envilecimientos, extravíos, fracasos. Asimismo, dejarse llevar por la indignación contribuye a sentar el sufrimiento en tu mesa. Interesa someter ciertos impulsos a serena reflexión.

Hesíodo, que cimentó la filosofía presocrática, consideraba el trabajo, el esfuerzo, base de la prosperidad humana.

Entre sus consejos citaré algunos que creo atemporales porque siempre se muestran frescos. Decía: “Tú, trabaja porque el hambre es compañera habitual de varón inactivo. Por su trabajo los hombres son ricos y queridos de todos, ya que el trabajo no es oprobio; la ociosidad, sí”.

Con envoltura mitológica, enumeraba incontables sentencias, consejos u orientaciones, sobre comportamientos virtuosos, como he dicho, centrados o vertebrados en el trabajo. Manifestaba, verbigracia, que la justicia se identificaría con la fuerza abandonando el pudor. Aseguraba que los pueblos terminan pagando las locuras de sus reyes que, urdiendo aflicciones, desvían sus sentencias por senderos descarriados alegando tortuosas razones. Añadía que precaviendo estas cosas había que enderezar juicios y olvidarse de falsos itinerarios. Terminaba asegurando que quien por sí mismo no se percata ni comprende lo que a otros escucha, puede considerarse un hombre inútil. Premisas, todas ellas, que lucen plena actualidad.

Miseria subvencionada

miseria subvencionada

Foto: Pixabay

Traigo a colación este autor, cuya obra se realizó casi tres milenios atrás, porque su magisterio no puede ser más vigente ni oportuno.

Vivimos tiempos en los que casi todas las dificultades emanan de la falta de trabajo y de ese afán por supeditarlo, en bastantes casos, a la miseria subvencionada.

Precisamente tal lacra, si no azote, fundamenta el análisis del Brexit en Gran Bretaña.

Los otros puntos, referentes a la justicia, los gobernantes y el pueblo llano, adquieren hoy un vigor incuestionable. ¿Quién concibe una justicia supeditada al derecho y no al poder? ¿Hay alguien que reste transcendencia o desestime la relación causa/efecto entre políticos y caos? ¿Acaso la sociedad niega servidumbres ante esta situación que debería preocuparnos más? Creo que no somos conscientes del momento histórico o lo minimizamos apoyados en coyunturas foráneas. Sin embargo, todo tiene un límite que no debemos descuidar.

El escenario, lejos de aparentar normalidad, conforma una naturaleza dominada por la penumbra. Aparte estrategias que magnifican esta evidente inquietud social, que opongan inmovilismos a vacíos insondables (ambos repelentes), puede optarse por alguna sutileza intermedia o la abstención reivindicativa. Lamento que tal resquicio dependa solo del empeño y sentido común de dos partidos que han facilitado cuarenta años de bienestar social. Por desgracia, personalismos absurdos están a punto de conseguir su suicidio al tiempo que acarrearían derivaciones trágicas para los españoles. Quisiera apreciar en declaraciones del PSOE únicamente eslóganes requeridos por el enfrentamiento electoral. Me gustaría constatar que, tras el 26 J, se impone la reflexión, la lógica y el interés común. Nos movemos sin remedio entre la obcecación del PP y el alocado transitar de un PSOE dominado por tics nacionalistas, por pautas arcaicas, turbulentas, sin homologación europea.

Podemos, al decir de ciertos comunicadores, se ha radicalizado y perdido candor debido a su pacto con Izquierda Unida.

Yo, afirmo lo contrario. Tiempo ha, lo expresó el propio Iglesias: “No quiero saber nada de una izquierda tristona, amargada, pesimista; la del cinco por ciento y bandera roja. Dejadme en paz”.

Nadie le molestaba ni le perseguía; era el epitafio de -desde su punto de vista- la izquierda inoperante, antirrevolucionaria. Él personificaba al leninista poder social; el clímax antidemocrático en comparación con aquella izquierda indolente, conformada en su cinco por ciento. Ahora la necesita para tapar las grietas que ha abierto su rancio autoritarismo e insolente petulancia. Luego, sin jugo, extinta, la arrojará al estercolero. Muchas palabras, a veces, pretenden suavizar el mensaje, los conceptos, tras una máscara de falsa sinceridad que difumina la mentira con sustancia ideológica. Los políticos tienen dichos engañosos y hechos ridículos, cuando no indignos.

Cuánto bien haría al ciudadano que sopesara no ya las sentencias de Hesíodo sino las cautelas que congregan sensatez y sentido común. Si bien el clásico afirmó que la vida es sueño, debemos considerar que los sueños son pasiones contingentes, insustanciales y, al final, frustrantes. Pisemos la realidad e intentemos con el trabajo, la acción y la denuncia, que cada vez sea menos hostil.

No nos dejemos mecer por cánticos de sirena, por placeres oníricos, porque con excesiva frecuencia terminan acarreando terribles pesadillas.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.