Sociopolítica

Las mujeres en las Olimpiadas

ENTREGA Y FUERZA

LO FEMENINO EN EL OLIMPO

 

No concuerdo con el deporte profesional y mercantilizado dominante en la prueba olímpica que ha abandonado la máxima de Juvenal, “men sana in corpore sano”, para entregarse a la obsesión crematística y narcisista que domina la modernidad, pero observo con admiración los restos que se conservan de autenticidad e impulso de superación en la práctica personal deportiva.

He advertido además en estos juegos algunos rasgos que merece la pena señalar, han  sido las mujeres quienes han tenido un rendimiento más notable, suceso cuya comprensión me interesa especialmente. He sostenido siempre que la promoción institucional en cualquier campo, y en la protección de lo femenino especialmente, es origen del desmoronamiento del sujeto que la recibe y de la actividad que supuestamente se impulsa. La auténtica excelencia casa difícilmente con lo institucionalizado y lo dinerario.

El deporte femenino que es menos subvencionado que el masculino, menos integrado en los circuitos del espectáculo y mueve, por lo tanto, menos dinero, tiene precisamente en ello el fundamento de sus mejores posibilidades porque deja un espacio a la esencia genuina de esta actividad, la búsqueda de los límites físicos y de la fuerza psíquica que permite al individuo ese viaje hacia las fronteras de sus capacidades.

Comparativamente han sido más eficientes los menos mimados por el aparato burocrático del deporte, los que han obtenido menos recursos del Estado. Es el caso de Maider Unda, que abandonó el sistema profesionalista y especializado del Centro de Alto Rendimiento de Madrid para permanecer en su entorno, en sus raíces, en el contacto con la tierra y con los suyos, afectivamente entera, trabajando en su caserío y entrenando con Luis Crespo, un electricista a tiempo parcial. Son casos parecidos el de las regatistas Tamara Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega que se entrenaron igualmente en condiciones precarias, apoyadas por otras personas comprometidas por afición antes que por dinero, el de Mireia Belmonte que debe su preparación más al Club Natación Sabadell, modelo del asociacionismo popular catalán, que al programa marcial y cuartelero del CAR de Sant Cugat y el del equipo femenino de waterpolo.

El hecho cierto es que todo lo sostenido con los fondos del Estado tiende a crear un funcionariado incompetente, sin iniciativa propia ni creatividad. El ansia de dinero puede ser durante algunos periodos un aliciente para algunos y algunas pero compite con la tentación de hacer trampa, es decir, maximizar el beneficio al estilo de la empresa capitalista a través de la fullería de las drogas o el engaño vil. En cualquier caso cuando el dinero fluye margina el impulso genuino y humano por las cosas, desustancia aquello a lo que se dirige.

Resulta poco ortodoxo decir que es precisamente lo que algunos han considerado como una forma de discriminación de la mujer, la menor cantidad de servicios especializados y fondos del Estado destinados a la promoción de la actividad deportiva femenina, su mayor ventaja, pues permite la expresión de la creatividad y la fuerza de las mujeres desde ellas mismas y no como agregado y dependiente de otras instancias.

Por el mismo motivo todos los ámbitos en los que la mujer está siendo especialmente protegida y privilegiada por el poder político y económico son el entorno en que se liquida su excelencia y se adormecen y aturden sus posibilidades y capacidades reales, se constituyen, por lo tanto, como el espacio de su limitación y su opresión máxima.

Si queremos ser, no solo libres sino valiosas y excelentes, hemos de desconfiar de todo lo subvencionado, lo dirigido por expertos y expertas, lo que se paga con dinero y buscar lo autoconstruido y autogestionado, lo que se funda sobre la trama de las relaciones horizontales y el compromiso de las personas, sobre los impulsos más auténticos de cada sujeto.

Es inadmisible que el deporte sea un negocio manejado por profesionales, mucho más que lo sean la maternidad, el sexo, la educación o el arte entre otros aspectos fundamentales de la vida civilizada que deja de serlo precisamente en la medida que tales proyectos avanzan.

El breve chispazo de vitalidad femenina que hemos observado en este plano y el que surge en otras dimensiones de la vida será seguramente destruido por el gran Moloch que necesita, para sobrevivir, alimentarse de las partículas de excelencia que produce una sociedad, por lo demás cenital y degradada como en los peores momentos de nuestra historia. Devorar los exiguos rasgos de sublimidad que proporciona el desierto presente es el designio del gran Leviatán.

La fórmula de Juvenal, paradigma de la búsqueda de la virtud como integridad de las dimensiones de la vida humana, de fusión de la energía corporal y la capacidad inteligente, afectiva, volitiva y activa de la persona está siendo desalojada, tal vez definitivamente,  de la vida social, su recuperación es hoy un acto totalmente revolucionario.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.