Karma

“Mejor ser persona que líder”

Por estos días el eco de la frase quedó cavilando sin remedio en mi cerebro, me hizo devolver los ojos hacia adentro y leerme como bien escribe el poeta argentino Enrique Nanti en su poema. Claro es fácil juzgar, hacer una crítica de la familia, de los amigos, del sistema y establecer un juicio. Es fácil hacer lecturas y aprender de ellas para luego proyectarlas con nuestros razonamientos y entonces si el planteamiento es convincente se llega a conclusiones sabias y quizá nos sirva a nosotros mismos o a quienes puedan leer esas palabras.

Foto: R'eyes

Foto: R’eyes

Pero en la cotidianidad, en nuestras relaciones con nuestra familia, amigos, conocidos, vecinos y desconocidos, es cuando realmente sabemos quiénes somos, si toda esa teoría realmente se ve reflejada en nuestros actos y tiene algún efecto realmente útil y constructivo en nuestro pequeño o gran entorno.

No puedo estar haciendo poemas sobre la naturaleza y asesinando al perro de mi vecino porque molesta a mi jardín. No puedo estar criticando lo corrupto que es el sistema de gobierno cuando yo no soy capaz de ser leal con mi amigo porque soy corrupto cuando a hurtadillas lo traiciono. No puedo exigir justicia cuando yo mismo no tengo generosidad ante el dolor ajeno.

Es más difícil indudablemente ser persona que líder, entonces si nos centramos en eso quizá el liderazgo venga por si mismo porque será el reflejo de una actitud, una vocación frente a la vida.

Existen tantas barbaries a diario, con las que se quisiera hacer algo para cambiar las cosas, se siente tristeza y vergüenza propia pero también tristezas y vergüenzas ajenas. Entonces viene la reflexión: Qué es lo que yo hago desde mi pequeño escenario para ir cambiando algo. Cuáles son las señales que emito constantemente y cuáles son las respuestas que recibo en consecuencia. A veces se quiere irradiar lo positivo y corremos el riesgo de ser malentendidos entonces vienen los desacuerdos, las divergencias, pero ¿Vale la pena quedarse así por años, alimentando las cadenas de desencuentros, de odios transmitidos de padres a hijos, de pueblos a otros pueblos? ¿Qué pasa cuando nos quedamos suspendidos en el pasado?, se detiene el tiempo sicológico y entonces no se vive plenamente el presente por lo tanto el futuro no se renueva.

Somos lo que somos hoy y ahora, un producto de una familia no escogida, de una patria no pensada, de una causalidad de mezclas de personas e historias, nos queda pensar y actuar en consecuencia con el producto tangible y real del ahora, del ser y estar presentes sin nostalgias de origen, si para comprendernos más no para estancarnos.

Transcurrido el tiempo nuestros aciertos, desaciertos, guerras, invasiones o nuestros actos constructivos, la paz que generemos serán el legado de los que nos siguen. Qué importa si se es el líder de una familia, de un barrio, de una escuela, quizá un líder en un país, siempre la responsabilidad del líder son las ondas que emite y que se propagan para bien o para mal cuando tiene el imán de ser escuchado, seguido o imitado, he ahí la clave de su responsabilidad o el abuso con su manipulación.

Acaso no hay ya suficientes ejemplos de líderes escuchados e imitados que han traído consigo tristeza, desolación, retroceso; un ejemplo claro son aquellos pensadores de teorías políticas, religiosas, económicas, filosóficas y sociales de distintas posturas, en distintas épocas de la historia, sean de un lado o del otro que justifican marginar, eliminar, lastimar o privar de la libertad a las personas que se oponen a sus sabias elucubraciones para alcanzar el paraíso de una “sociedad más equilibrada” Ellos mismos en su intimidad muchas de las veces no son coherentes con sus propios designios. Sí, quizá quien lo mencionó tenía razón, es mejor ser persona antes que ser líder.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.