Cultura

Burton deja las tonterías y al fin retorna: Big Eyes (2014)

Big_Eyes-906876044-largeOriginalmente iba a escribir sobre Birdman de Alejo Iñarritu o Inherent Vice de mi apreciado Paul Thomas Anderson, pues ambas pudieron sorprenderme con sus propuestas al sumergirse en terrenos oscuros con inteligencia, cada uno a su manera. Aunque, recordé que tenía pendiente Big Eyes de Tim Burton y la curiosidad me invadió en demasía a ver que podría ofrecernos su autor con la singular historia de la maravillosa Margaret Keane y su bello arte; luego de una filmografía reciente vacua –basta recordar las torpes Alicia en el país de las maravillas o Dark Shadows– que  tenían apenas destellos de verdadera sensibilidad en su estética. Me complace decir que Burton me dejo satisfecho. Veamos…

En plena efervescencia artística durante los años 50 y 60, un pintor llamado Walter Keane tocaba las mieles de la fama gracias a su abrumador estilo, plasmado en una serie de sugestivos lienzos con niños abandonados de enormes ojos. Sin embargo algo ocultaba, era un fraude; realmente las enternecedoras obras fueron realizadas por su esposa Margaret, una mujer insegura y muy noble que por el bienestar de su hija y otras circunstancias, termino junto al ladino Walter que le prometió el paraíso, pero solo conocería la desolación al ser reprimida en casi todo sentido por él. Durante su recorrido vital, mientras debe lidiar con el éxito de sus creaciones y la oscuridad personal, ella alcanza su despertar artístico y con renovada determinación, luchara contra sus cargas para recuperar –en una particular batalla legal- la autoría de sus queridos niños de penetrantes ojos. Todo sucede en un indicado retrato generacional de época, algo superficial claro, no obstante compensado por la apropiada ejecución del director oriundo de Burbank, California.

bigeyesSoy de los que gustan ver a realizadores salir de su zona de confort y lograrlo con creces, lo recalco ahora porque Tim dejo por un instante su fantástico universo, siendo capaz de contar una historia en su acabado más clásico y correcto posible, algo que casi olvida hace poco en sus recientes trabajos, donde predomina el descuido narrativo al centrarse en un espectáculo visual con personajes artificiales pululando sin carisma. Solo vestigios de sus protagonistas más entrañables.

Al abordar un terreno “realista”, explora seres tridimensionales en toda una discreta pero honesta gama de emociones. Los conflictos y desafíos que enfrenta Margaret mientras progresa son creíbles, dando momentos conmovedores cuando lo requiere el relato. Además comparte señas en común con otros seres “burtonianos”, es marginada por las densas condiciones frente a la presión –sea social o psicológica- de antagonistas hostiles que podrían perjudicar su inocencia, cuestionando en el camino la naturaleza de su identidad.

big2Aquí doy a entender que el metraje es un drama sobresaliente, la verdad… solo cumple, es correcta y con buen ritmo. Pudo tener mayor impacto si Burton hubiera explotado las características de algunos personajes secundarios, o al menos que fueran más relevantes en las motivaciones y decisiones de Margaret; es casi inaceptable mirar individuos como su mejor amiga o al periodista conocido de Walter carentes de atractivo, sin evocar sensaciones, son meros entes necesarios para que avance la cinta. Me extraña esto de él y sus guionistas, también responsables del trabajo excelso, concreto y encantador en esa maravilla llamada Ed Wood, primera ruptura parcial con su estilo. Para su servidor es la mejor película que ha rodado, tan completa e incluso enternecedora. Aun así Big Eyes es tan amena de ver, e igual que en su pieza cumbre, maneja con estimable sutileza e inteligencia el eterno debate sobre la concepción y valor de lo que entendemos como arte.

Concluyendo, el trabajo actoral funciona, pero obviamente destacan una contenida pero magnética Amy Adams derrochando ternura, y un fantásticamente cínico Christoph Waltz, un bastardo querible. Se nota el ímpetu, la entrega de ambos en una dirección interpretativa impecable. Que decir de lo visual, a pesar de lo convencional de su aspecto, la cinematografía es detallada e idílica en el trabajo de color. Su lenguaje nunca decae, todo es cuidado y fluido, transmitiendo ese mensaje claro de recuperar el amor propio y preservar nuestra integridad ante la adversidad, sin recaer en el sermón facilista de otros biopics. Merece más de un visionado, vale la pena.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.