Ciencia

Mitos de la Escuela: El aprendizaje individualista

La escuela sustentada en obsoletos mitos (6): El aprendizaje individualista.

alumno

Foto: Pixabay

En la escuela tradicional cada alumno es obligado a aprender lo que sus profesores le enseñan, trabajando de forma individual. Por ello, la prohibición más extendida es no permitirle comunicarse con sus compañeros.

Hoy, gracias al desarrollo de las neurociencias, se sabe que el aprendizaje significativo se produce a través de la construcción social del conocimiento. Quizás sean estos nuevos descubrimientos los que expliquen que hoy en día sea raro encontrar un colegio en el que sus profesores no afirmen que practican el aprendizaje cooperativo.

Debido a la existencia de miles de investigaciones que han demostrado las ventajas del aprendizaje cooperativo sobre el individual, trataré de resumirlas lo máximo que me sea posible.

Por otra parte, dado que los expertos del tema plantean que la práctica del aprendizaje cooperativo exige que se den una serie de requisitos, acabaré este artículo resumiendo los más fundamentales.

  1. Todos los estudios existentes muestran que el aprendizaje cooperativo aumenta el desempeño académico y la motivación. Como lo habitual es que cada miembro del equipo tenga diferente información, percepción, opinión y procesos de razonamiento, surge un conflicto sociocognitivo, que si es manejado de forma constructiva por el profesorado favorece la incertidumbre, la posterior búsqueda activa de más información, la reconceptualización del conocimiento y un mayor dominio y retención de los contenidos académicos.
  2. El compromiso con el resto de miembros del equipo es mucho mayor en el aprendizaje cooperativo que en el aprendizaje individualista, no solo porque las actividades públicas así lo exigen, sino también porque el esfuerzo, o el escaqueo, de cada miembro influye en los resultados y en las calificaciones de todos los componentes del grupo cooperativo.
  3. En el aprendizaje cooperativo se produce la creación de la motivación intrínseca (el gusto por el trabajo bien hecho se basa en la satisfacción personal y en la de todos los miembros del grupo), mientras que en el aprendizaje individualista la única motivación que se origina es la de tipo extrínseco (el esfuerzo se hace pensando solo en la consecución de alguna recompensa externa, o en la evitación de algún castigo).
  4. Una de las líneas de investigación más potentes es la destinada a analizar las ventajas que el aprendizaje cooperativo tiene para los alumnos con algún tipo de discapacidad. Suele existir unanimidad en aceptar que los alumnos menos dotados tienen mayor sensación de poder alcanzar el éxito, debido a la confianza que les produce saber que sus compañeros les ayudarán cuando fallen. Esos alumnos tienen menor ansiedad que en el aprendizaje individualista por la confianza que depositan en sus compañeros, lo cual favorece el aprendizaje significativo, ya que está más que demostrado empíricamente que las experiencias de ansiedad, sostenidas a lo largo de varios años, además de entorpecer el aprendizaje, dan lugar a daños psicológicos y fisiológicos muy importantes.
  5. Por otra parte, no hay ni una sola investigación que haya demostrado que el aprendizaje cooperativo perjudique a los alumnos de tipo medio ni mucho menos a los mejor dotados.

No existe una única forma de poner en práctica el aprendizaje cooperativo, pero en todas ellas es necesario que se respeten una serie de principios, siendo los tres más importantes los siguientes:

  1. El primero es la heterogeneidad. Los equipos cooperativos son microcosmos del grupo en su conjunto. En cada equipo tiene que haber alumnos atrasados, regulares, avanzados y miembros de cualquier subgrupo que exista en la clase (por ejemplo, minorías étnicas). Es esa heterogeneidad lo que lleva a los componentes del equipo no solo a centrarse en aspectos académicos, sino también en la práctica de comportamientos éticos de tipo social. La evidencia sugiere que su éxito en esta búsqueda crea nuevos lazos sociales positivos y duraderos. Todas las investigaciones existentes muestran que los equipos más productivos en el rendimiento académico y en la promoción del crecimiento de las habilidades sociales son aquellos cuyos miembros representan la diversidad existente en el aula. Para conseguir esa diversidad es necesario la intervención directa del profesor en la composición de los mismos, ya que cuando se deja libertad a los niños suelen dejar de lado a los compañeros con menores capacidades y, muy especialmente, a aquellos otros que no respetan las reglas del juego.
  2. El segundo factor responsable del éxito de los equipos es la estructura de la tarea académica. Las tareas académicas y los procedimientos para llevarlas a cabo tienen que diseñarse para que todos los miembros del equipo participen activamente. Las tareas académicas pueden ser simples o complejas, pero todas deben estructurarse para estimular a cada uno de los miembros del equipo a ayudar a los demás y a lograr el dominio del contenido.
  3. El tercer requisito se refiere al modo de evaluar los aprendizajes. En el aprendizaje cooperativo tiene que haber una evaluación individual y otra grupal. El peso de cada evaluación en las calificaciones de los alumnos debe ser ponderado por parte del claustro docente, aunque suele ser recomendable que sea paritario. Esa ponderación contribuye a aumentar el interés de los alumnos más capacitados y con mejores calificaciones individuales para ayudar a mejorar las calificaciones individuales de sus compañeros menos dotados.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.