Sociopolítica

Ciencia y proselitismo de género. Reseña de: Investigación y Ciencia, 494 (noviembre 2017), número monográfico “Sexo, género y ciencia”.

Este número especial de la prestigiosa revista de divulgación científica Investigación y ciencia (edición española de Scientific American) representa un nuevo hito dentro de la ola de proselitismo que asola el panorama científico en la actualidad, la ciencia al servicio de una ideología (ver también artículo sobre la caza de brujas del feminismo en la ciencia). Tantos siglos luchando por una depuración en la ciencia de intereses políticos, religiosos o de otra índole, y ahora se nos presenta, como si fuese la cosa más natural del mundo, una campaña mediática en pos del dogmatismo, asociada a un sesgo y exclusión de toda opinión profesionalmente cualificada que disienta con el credo.

Estos son los artículos del número especial de “Sexo, género y ciencia”:

  • Hombres promiscuos, mujeres castas y otros mitos” de Cordelia Fine y Mark A. Elgar

Se comienza repasando algunas ideas preponderantes hasta hace poco tiempo de biólogos de reconocido prestigio. Así se menciona que, para el biólogo británico Angus John Bateman (1910-1996), la selección natural actúa más intensamente sobre los machos, y estos deberían mostrar una mayor variabilidad en su éxito reproductor, mientras que las hembras deberían ser mucho más parecidas en su éxito reproductor. El biólogo evolutivo norteamericano Robert Trivers (1943-) sugiere que el sexo que más invierte en la procreación es el femenino, y éste no se decidirá a aparearse hasta tener ante sí a la que considere a la mejor pareja posible; el sexo masculino invierte menos esfuerzo en la procreación y por tanto se comportará de modos que le permitan diseminar en lo posible su simiente barata y abundante. Estas observaciones generales sobre todo el reino animal tienen sus excepciones, pero se apunta de algún modo que en el ser humano se aplican en mayor o menor grado. Así (observo yo, aunque no lo diga el artículo), según los estudios realizados rastreando el ADN de individuos humanos de poblaciones muy distantes entre sí, se muestra que más varones que mujeres quedan excluidos del juego del apareamiento y más mujeres que hombres tienen hijos. La base de la investigación hecha por los biólogos celulares Jason Wilder y Michael Hammer fue el análisis de ADN mitocondrial, que se transfiere de madres a hijas, y el ADN del cromosoma Y, para determinar cómo las secuencias de ADN diferían entre poblaciones; en ello se descubrieron que hay una considerable variabilidad en el ADN mitocondrial y variaciones mucho menores en el ADN del cromosoma Y. Sin embargo, los autores de este artículo intentan echar arena a los ojos del lector y crear confusión mencionando que, aparte de las excepciones a estas reglas en el reino animal, también en los seres humanos cabe dudar de tal mito del instinto del hombre promiscuo y la mujer más selectiva. Para zanjar la cuestión, se quedan en frases ligeras con opiniones sin soporte empírico. Así, afirman los autores, “Los cambios culturales y sociales exigen un replanteamiento de la aplicación de los principios de Bateman y Trivers a la especie humana”. Más adelante se añade: “Que el varón asuma riesgos y que la mujer los evite bien podría representar un carácter adaptativo surgido en nuestro pasado evolutivo. Pero cuando la cultura cambia y crea un patrón de recompensas, castigos, normas y consecuencias muy distinto de los del pasado, ello repercute en el patrón de conductas asociadas a un sexo u otro”. Y eso es todo cuanto tienen que decir para desmontar lo que llaman mitos. Todo se queda en vaguedades, en un “podría ser”, “la posible influencia de la cultura” que no me parecen suficientes para refutar argumentos contundentes y bien contrastados sobre biología evolutiva.

  • Más allá de XX y XY” de Amanda Montañez

Un artículo que parece escrito como una apología de los derechos al reconocimiento de identidades del colectivo LGTBIQ, ideología emparentada cercanamente con la del feminismo en lo que se ha dado en llamar globalmente “ideología de género”. Se intenta convencer de que los viejos conceptos de asociaciones genéticas de cromosomas XX para las mujeres y cromosomas XY para los hombres está obsoleto, y se despliegan las variedades mutantes conocidas, como queriendo insinuar que hay muchos sexos aparte del masculino y el femenino, y que incluso se puede ser hombre o mujer con cromosomas diferentes de XY o XX respectivamente. En el artículo se echa de menos una aclaración en términos cuantitativos que indique el número de casos de esas mutaciones raras, pues, hoy como en el pasado, aunque pueda haber individuos con seis dedos en una mano, se define como una característica del ser humano “normal” el tener cinco dedos en cada mano, y lo mismo con las características del genotipo o el fenotipo de cada sexo.

  • ¿Existe un cerebro femenino?” de Lydia Denworth

Un típico “se creía que…, pero ahora la ciencia moderna piensa que…”. Habla de un trabajo científico que especula sobre la posibilidad de que tanto el cerebro masculino como el femenino muestren un mosaico de rasgos de ambos sexos y de las críticas que ha tenido.

  • Estrés: diferencias entre sexos” de Debra A. Bangasser

Interesantes datos estadísticos que apuntan a que las mujeres tienen mayor probabilidad que los hombres de ser diagnosticadas de un trastorno psiquiátrico relacionado con el estrés, con la excepción de la drogadicción. Se especula que parte de esas diferencias puedan tener origen social, pero se muestra al menos moderada la autora a la hora de sacar conclusiones definitivas sobre la cuestión, admitiendo que las diferencias biológicas puedan ser parte importante de las diferencias observadas. Los datos son: Depresión grave: mujer 20,2%, varón 13,2%; Migrañas: mujer 18,2%, varón 6,5%; Síndrome del intestino irritable: mujer 14,5%, varón 7,7%; Insomnio: mujer 12,9%, varón 6,2%; Trastorno de estrés postraumático: mujer 9,7%, varón 3,6%; Alcoholismo: mujer 7,5%, varón 19,6%; Ansiedad generalizada: mujer 7,1%, varón 4,2%; Pánico: mujer 6,2%, mujer 3,1%; Drogadicción: mujer 4,8%, varón 11,6%.

  • Niños transgénero” de Kristina R. Olson

Propaganda LGTBIQ.

  • La perspectiva de género en ciencia” de Capitolina Díaz Martínez

Cantinela en tono quejumbroso y victimista sobre los sesgos de género que lastran las carreras de las pobrecitas y desamparadas mujeres científicas.

  • Una medicina adaptada a las mujeres” de Marcia L. Stefanick

Describe las diferencias estadísticas en las enfermedades entre hombres y mujeres, con una llamada de atención reivindicativa para que se haga más investigación específica sobre las enfermedades de las mujeres.

  • Atención a las diferencias” de Amanda Montañez

Un compendio de estadísticas a nivel global que muestran la desigualdad perjudicial para la mujer, con los típicos temas estrella de la desigualdad salarial, la violencia de género y otros puntos de la retórica victimista-feminista. Sin embargo, se echan en falta otros datos que muestren las ventajas de las mujeres. Por ejemplo, según la OMS, las mujeres tienen cinco años más de promedio de vida, y los hombres tienes tres veces más posibilidades de suicidarse;
según la ONU, el 79% de las víctimas de homicidios son hombres; las víctimas en las guerras
son en su mayoría hombres; el número de niños que trabajan es un 28% superior al número de niñas que trabajan; más del 80% de las víctimas de accidentes laborales son en hombres; en el sector de servicios, las mujeres poseen el 54% de los puestos de trabajo; el 80% de las personas sin techo son hombres; a nivel mundial hay un 38% más de egresadas mujeres que hombres en las universidades. Todos estos datos no se dan porque, obviamente, no convienen al discurso
victimista sobre la mujer.

  • La marginación económica de las mujeres” de Ana L. Revenga y Ana María Muñoz Boudet

Retórica victimista-feminista enfocada en el tema laboral. Me llama la atención el análisis que concluye que la participación de las mujeres en el mercado laboral es muy alta en los países muy pobres (por necesidad) o en los muy ricos (por esnobismo de igualitarismo), mientras que en los países de rentas intermedias la proporción de mujeres trabajadoras es la más baja. También llama la atención que el país del mundo con una más alta representación femenina entre los diputados de un Congreso Gubernamental es Ruanda con un 61%.

  • La brecha de género en el mercado laboral” de J. Ignacio Conde-Ruiz e Ignacio Marra de Artiñano

Más retórica victimista-feminista sobre el tema laboral. Datos de interés: en España, las mujeres en promedio trabajan 2,5 horas/día más que los hombres en trabajos domésticos y los hombres trabajan en promedio 1 hora/día más que las mujeres en trabajos remunerados. La evolución temporal de esta tendencia indica que, a medida que las mujeres trabajan más fuera del hogar se reducen las diferencias en el trabajo doméstico, pero el límite asintótico no converge a cero, sino que las mujeres trabajan un ~30% más que los hombres en el hogar cuando ambos trabajan lo mismo fuera del mismo. También se muestra que el estatus laboral de la mujeres se ve más afectado a partir de que tienen su primer hijo e, interesante, la diferencia salarial entre hombres y mujeres se debe a que: 1) las mujeres trabajan menos horas fuera de casa; 2) las mujeres trabajan en sectores menos pagados (siendo mayoría en ocupaciones elementales y servicios y siendo minoría como operarios o trabajos cualificados del sector primario); 3) los hombres reciben más complementos salariales debido a que ascienden en una empresa más rápidamente. Con estos datos en mano, parece claro concluir que la brecha salarial no se debe a discriminación sexual principalmente, pero los autores intentan forzar más allá las conclusiones. Se analizan más causas de la brecha salarial y en lo referente a techos de cristal. Se comenta por ejemplo que varios estudios han mostrado que, en promedio, las mujeres son significativamente menos propensas que los varones a tomar decisiones arriesgadas y a participar en entornos muy competitivos, pero se salen los autores por la tangente con un “no existen pruebas concluyentes sobre si se trata de rasgos biológicos o debidos a la educación”. El trasfondo ideológico de los autores se trasluce hacia el final del artículo cuando señalan: “creemos que nuestro país debería considerar muy seriamente la introducción de un sistema de cuotas obligatorias”.

  • El retorno de las hijas desaparecidas” de Monica Das Gupta

Sobre la preferencia de tener hijos varones a niñas en Asia y de cómo eso se ha ido reduciendo los últimos años.

  • La mujer que salvó el planeta” de Jen Schwartz

Entrevista a una mujer que formó parte de un comité en la ONU sobre el cambio climático. ¿Y dónde está la noticia?, ¿en que es una mujer? Si hubiera sido un hombre, ¿hablarían de él con la misma relevancia? ¿Tan necesitados están los feministas de mujeres célebres que cualquier personaje mediocre ya les sirve para alardear de heroicidad? Yo pienso que hay y ha habido mujeres mucho más heroicas, si se quiere sacar algún ejemplo a relucir.

En definitiva, lavado de cerebro, un número especial propagandístico y sesgado a una única línea ideológica. El poder del lobby feminista con sus subvenciones millonarias ha entrado de lleno en la investigación y la divulgación científica e investigadores y periodistas científicos están claudicando ante la fuerza invasora. Cuán lejos nos parecen ahora aquellos tiempos en que todavía los científicos debatían en este tipo de revistas desde diversos puntos de vista, por ejemplo en el artículo “Cerebro de varón, cerebro de mujer” de Doreen Kimura publicado por Investigación y Ciencia en 1992, donde se apuntaba sin complejos que “la mujer y el hombre no sólo difieren en atributos físicos y función reproductora, sino también en la manera de resolver problemas intelectuales”. ¿Volverán los tiempos en que se pueda hablar sobre este tema de las diferencias de género sin tabúes?

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.